La energía solar térmica para agua caliente y calefacción -de aspecto similar a la fotovoltaica, pero ésta produce electricidad- es una de las parientes pobres de las energías renovables. Su evolución ha venido ligada a la del mercado inmobiliario y sufre el impacto de su derrumbe: si hasta 2008 creció a una media del 63 por ciento anual, el año pasado instaló la mitad de sistemas que ese año, unos 241.000 metros cuadrados, con un retroceso del 5,5 por ciento en relación a 2014, según los datos de ASIT. Se trata de un sector en el que operan unas 60 empresas representativas -Baxiroca, Valliant, Junkers, Saunier Duval, Astersa, Viessmann, etcétera-, que facturó 193 millones de euros en 2015, con unos 4.800 empleados en total. De acuerdo con el Plan de Energías Renovables, España debería llegar a 2020 con 10 millones de metros cuadrados de colectores solares instalados, pero de acuerdo con la tendencia actual, se quedará en la mitad: en la actualidad hay casi 3,7 millones de metros cuadrados. Andalucía es la comunidad líder, con más de un millón de metros cuadrados, más del doble que la siguiente de la lista, Cataluña. Hasta ahora, el sector ha venido impulsado por la regulación, puesto que el CTE obliga a instalarlos en los inmuebles de nueva planta, y por las ayudas que conceden las autonomías y los ayuntamientos. Sin embargo, la situación está cambiando: Andalucía, la gran referencia, suprimió las ayudas a mediados del año pasado y las empresas del sector han seguido operando, ofrenciendo la financiación a los clientes. Las expectativas están puestas en la posibilidad de que se desarrollen planes renove.