Sufrió fuertes números rojos durante el 'boom' del sector desde el año 2004madrid. General Motors, el fabricante norteamericano propietario de Opel, frena en seco en España. Según los datos que acaba de depositar en el Registro Mercantil, el gigante automovilístico ha llegado a la crisis con un lastre negativo de 250 millones de euros en los últimos cuatro ejercicios. Tan sólo durante el año pasado registró ya unos números rojos de 131,8 millones debido, sobre todo, a la cancelación anticipada de créditos fiscales. La empresa, que asegura haber hecho esto por razones de prudencia, ha visto ahora como su situación se agrava ante la fuerte caída de la demanda. De momento, el descenso de las ventas la ha obligado ya a mandar al paro a 600 trabajadores de la fábrica de Figueruelas (Zaragoza) y los sindicatos temen que pueda haber más despidos. Su situación no es nada fácil y lo peor es que Deloitte, la firma que se ha encargado de supervisar las cuentas, ha expresado además una incertidumbre sobre las mismas al no haber podido disponer de toda la información necesaria, con la que sus resultados podrían ser aún peores. Deloitte señala que "la sociedad modificó en 2005 los coeficientes de amortización de determinados elementos del inmobilizado material, lo que ha supuesto un incremento en el resultado del periodo y en el de los ejercicios anteriores de aproximadamente 10,7 y 30,2 millones de euros respectivamente". Y el problema, según dice, es que "durante nuestro trabajo, no hemos dispuesto de información suficiente que nos permita evaluar la razonabilidad del mencionado cambio de estimación". El fabricante norteamericano, en cualquier caso, ha batido ya un récord en la última década. Hasta ahora había registrado las mayores pérdidas en 2004 -ese año cerró con unos números rojos de 115 millones de euros-, debido entonces a un fuerte incremento de los gastos financieros. General Motors España alcanzó el año pasado unas ventas de 6.601 millones, lo que supuso un crecimiento del 5,3 por ciento respecto al año anterior, pero sólo un 2,7 por ciento con relación a 2003. Y eso que todavía no se conoce la factura que ha podido cobrarse en las cuentas la fuerte crisis por la que atraviesa este año el sector. General Motors aseguró ayer que no puede hacer comentarios sobre los resultados de su negocio en España porque la filial consolida sus cuentas dentro del negocio europeo. Prueba, en cualquier caso, de que la situación está empeorando es que la multinacional ha notificado ya unas pérdidas de 3.300 millones de dólares en el primer trimestre del año y de 15.500 millones en el segundo a nivel mundial. Su situación es tan complicada que en la planta de Figueruelas han visto como la crisis ha producido el efecto contrario al esperado. La compañía tenía previsto ya eliminar 5.000 puestos de trabajo en el continente europeo, de los que 900 recaerían en nuestro país. Pero por el momento se han quedado en nada porque, según el comité de empresa, no hay dinero para las indemnizaciones. Desastre en EEUU El mal estado de las cuentas del fabricante en España no son precisamente un jarro de agua fría, sino un grano de arena que se suma a la gravísima situación por la que atraviesa a nivel mundial. El antaño primer fabricante mundial de coches, de hecho, lleva una década sumido en una profunda crisis de identidad que lo ha llevado a perder, a comienzos de 2007, el trono de líder global del automóvil. Sólo el año pasado, además, GM perdió la friolera de 38.700 millones de dólares. Después de la sangría que ha golpeado las arcas de la compañía, se anunción una serie de reducciones de plantilla directamente proporcionales al desastre contable, con la salida de decenas de miles de trabajadores. Los motivos del desastre fueron unas políticas sociales excesivamente onerosas para el balance de la compañía y la falta de previsión, por parte de los directivos de GM, de la nuevas tendencias que se estaban verificando en el mercado. De hecho, las fuertes subidas en el precio del petróleo han modificado profundamente las exigencias de los consumidores estadounidenses, que prefieren coches económicos a los imponentes y caros modelos de GM.