El foco mediático está girando y apunta actualmente a Renault. Las sospechas recaen en la filial francesa tras conocerse que ciertos vehículos han presentado un alto nivel de emisiones contaminantes. A las dos horas de este anuncio, Renault lanzó un comunicado en el que negaba fraude con las emisiones desde ningún dispositivo. A mediados de enero las acciones en bolsa de esta empresa de vehículos empezarón a caer en picado en torno a un 20 por ciento (con una pérdida estimada de 3.300 millones), caída que arrastró también a otra de las grandes empresas automovilísticas de Francia, Peugeot. Investigación Mientras, la compañía antifraude gala ha confiscado varios ordenadores de la empresa y trabaja en una investigación sobre pruebas de emisiones. Ya desde el pasado noviembre la organización ecologista alemana Deustche Umwelthilfe acusaba a Renault de sobrepasar las emisiones de Nox en su nuevo modelo Renault Espace. Según la organización, el número de veces que habrían sido superadas las emisiones de Nox sería entre 13 y 25 por encima del límite establecido legalmente. En defensa de la multinacional, la ministra de Energía y Ecología francesa, Segolénè Royal declaró que Renault no estaba cometiendo fraude en las emisiones, pero la compañía cambiará el sistema de filtrado de 15.000 vehículos, debido a que al sobrepasar los 17 grados de temperatura ambiente,no funciona correctamente. Este error, según fuentes de la empresa, era ya conocido por Renault desde septiembre y recalcan que no es un problema de contaminación. La empresa es en parte propiedad del Estado francés, con un 19,7 por ciento de las acciones. Las pruebas para determinar si ha habido fraude o no, tienen que realizarse en condiciones normales de utilización de los vehículos, es decir, en carreteras comunes y no en pistas construidas expresamente para probarlos. Sólo analizando los coches en su entorno natural podrá dictaminarse si se mintió o no en los niveles de contaminación.