Las naves del antiguo matadero de la ciudad de Madrid se preparan para la celebración de la duodécima edición de Madferia, un evento dedicado a las artes escénicas que recibe a programadores de toda la geografía española, con el fin de que conozcan las producciones que están llevando a cabo los creadores madrileños. Dicha feria se desarrollará entre los días 19 y 22 de enero y su objetivo principal, como explica Gustavo del Río, presidente de Artemad -asociación que aglutina casi una treintena de pymes madrileñas dedicadas a las artes escénicas y que se encarga de organizar Madferia-, es que “el programador o el distribuidor que vaya a ver los espectáculos luego pueda comprarlos para exponerlos en alguno de sus teatros. De esta manera, dinamizamos y generamos mercado”. “A día de hoy”, señala Del Río, “contamos con unos 280 profesionales acreditados, entre distribuidores, programadores y compañías”. ¿Cuáles son las novedades de Madferia con respecto a las ediciones anteriores? Este año, de mano de Javier Pérez- Acebrón -nuevo director de la feria-, hemos apostado por producciones que se quedan a medio camino entre un espectáculo más convencional y un trabajo más innovador. Estas creaciones de compañías con recorrido, a veces no tienen cabida por su temática social más arriesgada. Hemos querido insistir en que el teatro tiene que contar algo. Luego, esta edición cuenta con muchísimos más encuentros que sus predecesoras. En ellos, dialogamos sobre el trabajo en el sector. ¿Qué cambios ha experimentado dicho sector en los últimos años? Cuando empezó la crisis en 2007 fue necesaria una mayor cooperación entre las compañías y las Administraciones Públicas. Desde Artemad consideramos que la construcción de las políticas culturales en artes escénicas de la Comunidad de Madrid y de los ayuntamientos tienen que pasar por el sector. Por otro lado, hubo un momento en que se dio de lado a los espectadores. Cuando había dinero, se programaban montajes para que lo viesen tres personas. Ahora, eso ha cambiado, hay que hacer un esfuerzo para crear públicos. El público de artes escénicas es muy endogámico; siempre ves a los mismos en los mismos sitios. ¿Es posible desarrollar una industria teatral sin el apoyo de las instituciones públicas? No, porque la mayoría de las contrataciones que se hacen en este sector a nivel estatal tienen que ver con lo público. El trabajo de la Administración es proteger el tejido empresarial. Desde Artemad señalan que sus empresas tienen una “vocación de servicio público”... Yo creo en la gestión privada de los espacios públicos. Siempre y cuando esa gestión se lleve a cabo por profesionales que controlen bien lo que están haciendo. Nosotros cumplimos muchos objetivos que tienen que ver con lo público. Por ejemplo, generamos públicos y damos visibilidad a nuevos creadores. ¿Es posible la convivencia en Madrid de los grandes teatros con las pequeñas salas alternativas? Claro que sí. El problema viene cuando esas salas nacen con vocación de muerte. Debido a la ansiedad por exponer y a la necesidad económica han nacido salas que, al final, no han llevado a nada... Esto no quiere decir que yo no esté de acuerdo con el subsuelo de una ciudad como Madrid. Es políticamente incorrecto, pero me gusta alabar a salas que puedan ser incluso clandestinas. Es interesante para que haya una efervescencia cultural mayor. Muchos de esos creadores van a saltar, con el tiempo, al Centro Dramático Nacional, al Teatro Español o al Teatro de La Latina, por ejemplo. Todo lo que tiene que ver con I+D+i siempre se va a generar desde ahí, porque el riesgo creativo es mayor.