En estos momentos todo parece apuntar que 2016 se convertirá en el año donde los mercados emergentes comenzarán a curarse las heridas, con un crecimiento anual por primera vez desde 2010, según los expertos. Un camino que estará lleno de escollos, con la expansión en más de la mitad de las economías quedando por debajo de los niveles registrados en 2015. “La recuperación en los países emergentes presenta cuatro riesgos”, explica Alberto Ades, economista de Bank of Bank America Merill Lynch. Entre ellos destaca el rumbo que tome China, atrapado en un una espiral bajista durante los últimos años. “Nuestras previsiones observan un aterrizaje suave hacia un crecimiento más lento, un giro de éxito hacia el sector servicios y una devaluación de la divisa donde el dólar se cambiará en los 6,90 yuanes a finales de 2016”, estima Ades. Dicho esto, el comienzo de una normalización monetaria en EEUU podría incentivar aún más la fuga de capitales, dificultar el ajuste y depreciar mucho más la divisa china. Una situación que afectaría directamente a América Latina, donde la posición fiscal y la elevada inflación dejan muy vulnerables a muchos países. Los vaivenes en los precios del crudo, que han llegado a perder ya los 35 dólares por barril, también ponen contra las cuerdas los balances de países exportadores. Esto no sólo se debe a la sobreoferta sino también al ajuste al que se enfrenta el gigante asiático. Además la subida de tipos de la Fed o la entrada de juego de Irán en el mercado mantendrán los precios bajos en la primera mitad de 2016. Sin embargo, durante la segunda mitad del año podrían recuperar los 53 dólares. El nuevo ciclo monetario de la Fed tras 84 meses de tipos entre el 0 y el 0,25 por ciento, dictará la marcha de los emergentes.