Pocos sectores en España, y fuera, pueden presumir de que dos mujeres sean consideradas entre los tres empresarios más importantes en su país. Es una buena noticia y ha sucedido: Ana Patricia Botín, presidenta de Banco Santander desde que sucedió a su padre en septiembre de 2014, ha sido elegida coma la mejor empresaria de banca este año, y Concepción Dancausa, consejera delegada de Bankinter, como la tercera. Entre medias, Isidro Fainé, presidente de Caixabank, que con su veteranía ha pilotado la transformación de la principal Caja de Ahorros de España en uno de los bancos más importantes y con mayor implantación en España por número de oficinas. Pero los directivos y empresarios de la banca española se enfrentan a un año, 2016, que se prevé positivo, pero complicado, lo que les exigirá desplegar todas sus habilidades. Por un lado, los bajos tipos de interés continuarán muchos meses, manteniendo los márgenes estrechos, lo que menguará las cuentas de resultados de las entidades financieras. A eso se suma una guerra abierta por el pasivo, en busca de fondos que alimenten el deseo, nada disimulado, de aumentar la capacidad de crédito de las entidades. En la parte positiva, la mejora económica de la sociedad española hace que los bancos vuelven a sus fundamentales, al negocio de intermediar, aunque con el hándicap de márgenes estrechos. Preparados para la segunda oleada Pero tanto o más difícil que navegar en este entorno complejo, es el panorama corporativo que se abre una vez quede consolidado el saneamiento de los balances. Todo apunta a una nueva oleada de fusiones corporativas, pues a pesar de la desaparición de las cajas de ahorros, con grandes fusiones a varias bandas, los expertos consideran que todavía hay demasiados actores en el tablero de juego nacional. Y con unas redes dimensionadas que dificultan la eficiencia de algunas entidades. En un extremo se encuentran los grandes bancos y en el otro los muy pequeños cuyo nicho de mercado y especialización les garantizan una cierta tranquilidad. En medio queda un amplio grupo de entidades medianas, que están abocadas a comer o ser comidas. O al menos eso se especula en el sector. Los directivos deben, pues, pensar en el bosque más que en las ramas y desplegar las estrategias para blindarse si quieren continuar en solitario. Las votaciones del próximo año para elegir a los tres mejores banqueros del año tendrán muy en cuenta las estrategias usadas por cada directivo para bandear los movimientos corporativos que se avecinan. Aquellas entidades que no estén al amparo de un blindaje accionarial tendrán que crecer, cobrar músculo, para volverse más caros. Todavía quedan tres entidades rescatadas en manos del Estado que deberán volver al mercado, y muchas entidades extranjeras siguen viendo en el mercado español, uno de los más bancarizados del mundo, un oscuro objeto de deseo.