La ciencia arroja ingentes volúmenes de datos climáticos, pero éstos no se trasladan adecuadamente al mundo económico, de modo que no hay forma de saber cuáles son las mejores inversiones. Además, no sólo hay una gran incertidumbre en el futuro, sino que los efectos del calentamiento afectan de un modo dispar a los agentes. Uno de los indicadores con más potencial, la huella de carbono -la cantidad de CO2 que exige emitir un producto o servicio- se suelen centrar en las actividades directas de las empresas, desentendiéndose de la cadena de proveedores, que puede ser larguísima y compleja, lo que merma su efectividad. Otro problema es que la información sobre el comportamiento ambiental de las entidades no es homogénea -basta echar un vistazo a las promesas de los países para la Cumbre de París: unos hablan de emisiones netas de CO2, otros de intensidad de carbono- y, por añadidura, no la verifica nadie; hay que creérsela sin más. Esta carencia de la información afecta a productos financieros específicamente relacionados con el clima, como los bonos verdes. Están en auge -nacieron hace un lustro y este 2015 rondarán los 100.000 millones de euros-, pero muestran muchas carencias: ¿cuáles son los activos verdes que respaldan los bonos? En Francia, una central nuclear lo es, mientras que en Alemania ni se les ocurriría plantearlo. ¿Qué ocurre si el activo verde no reduce las emisiones? Y, al igual que sucede con los informes sobre comportamiento ambiental, ¿quién verifica que el bono verde está cumpliendo su función? Por eso BlackRock reclama señales de precio y guías claras. Pone como ejemplo a las aseguradoras, que ya sufren en carnes propias el incremento de los siniestros ambientales -he ahí el huracán Katrina, que anegó Nueva Orleans- y que están desarrollando una metodología de cálculo eficaz. También pide un premium para las inversiones limpias, basado en la tonelada de CO2; sus precios son bajos y sólo hay mercados regionales, pero el fondo da por sentado que habrá un mercado universal y que el precio subirá muy mucho.