L a industria farmacéutica en España sigue buscando estabilidad y certidumbre para invertir en lo mejor que sabe hacer: I+D+i. Sin este escenario, los laboratorios pisan arenas movedizas a la hora de tomar decisiones que exigen movilizar grandes recursos y que, necesariamente, se proyectan a largo plazo, ya que se calcula que esta industria tarda de media entre 12 y 13 años en desarrollar y llevar al paciente un nuevo medicamento o vacuna. Los cuatro últimos años de recortes del gasto público, donde el medicamento ha soportado el 42 por ciento de la reducción del gasto sanitario público desde 2010, han pasado factura a este sector que, a pesar de todo, sigue siendo locomotora de la I+D española al representar el 20 por ciento de la inversión industrial en investigación. La industria farmacéutica radicada en España invirtió así 928 millones de euros en Investigación y Desarrollo en 2013, según la última Encuesta sobre Actividades de I+D que elabora la patronal Farmaindustria entre sus asociados. El 62 por ciento de las compañías participa de este esfuerzo. La inversión conjunta supuso un descenso del 4,6 por ciento en relación con 2012 y algo más de 100 millones de euros menos que en 2010, año en el que el sector dedicó 1.034 millones de euros. Esfuerzo inversor El esfuerzo inversor realizado por las farmacéuticas queda patente en el porcentaje de facturación que dedica a tareas de I+D: cerca del 17 por ciento de sus ingresos, por el 4 por ciento que destina, por ejemplo, el sector de la automoción. Una de las grandes apuestas del sector por la investigación en España es la colaboración con instituciones y organismos públicos. Cuatro de cada diez euros empleados por las farmacéuticas costearon contratos de investigación con hospitales, universidades y centros públicos de investigación. El resto, cerca del 59 por ciento de la inversión total, cubre la llamada investigación intramuros de los laboratorios, que en el 47 por ciento se realiza en Cataluña, un 39 por ciento en Madrid y el 14 por ciento en otras regiones o en el extranjero. Fruto de la cooperación con el sector público, una de las grandes fortalezas del I+D farmacéutico en España son los ensayos clínicos, que recibieron 457 millones de euros por los 121 millones de euros en investigación básica de las nuevas moléculas. Este gasto en investigación clínica se ha elevado a un ritmo medio anual del 5,9 por ciento en los últimos 10 años, pasando de 258 millones de euros en 2003 a 457 millones de euros en 2013. La sanidad española sí se ha puesto las pilas en este terreno y ha eliminado trabas para mejorar su competitividad y atraer inversiones internacionales. En la última década, el Sistema Nacional de Salud ha recortado en casi dos meses los plazos para iniciar un ensayo clínico, lo que se traduce en importantes ahorros en el gasto destinado a las distintas etapas de desarrollo de un medicamento. De 244 días de media que se tardaba en 2004, se ha pasado a los 186 días de 2013, según los últimos datos disponibles que se presentaron durante la VIII Conferencia Anual de las Plataformas de Investigación Biomédica. España está mejorando así su tiempo de respuesta y eso se traduce en una mayor inversión por parte de los laboratorios. Desde que la industria farmacéutica puso en marcha el proyecto Best en 2004 para crear la plataforma de excelencia investigación clínica de medicamentos, donde participan 50 hospitales y centros de salud, 45 laboratorios y tres grupos de investigación independientes, la sanidad española ha logrado atraer un 27 por ciento más de ensayos clínicos, hasta convertirse en el país europeo donde más ensayos se realizan y segundo en número de pacientes reclutados. La línea de colaboración público privada sigue teniendo un gran potencial en la investigación biomédica en nuestro país al desarrollar nuevos tratamientos. La Iniciativa sobre Medicamentos Innovadores IMI-2, creada en julio de 2014 bajo el Nuevo Programa Marco Horizonte 2020 de la UE, es otro ejemplo. La quinta convocatoria de IMI-2 cuenta con un presupuesto de casi 92 millones de euros, orientado a impulsar proyectos en áreas como la diabetes o las patologías neurodegenerativas, en especial, el Alzhéimer. Para mantener el compromiso de la industria farmacéutica con el I+D hay que resolver antes otras cuestiones como el nuevo escenario de crecimiento para el sector o el procedimiento de acceso y financiación de la innovación. Bases necesarias para que los pacientes pueden acceder a las últimas novedades sin poner en riesgo la viabilidad del Sistema Nacional de Salud. Y es que se calcula que había 5.000 medicamentos en desarrollo clínico el año pasado en enfermedades como el cáncer (981 moléculas), diabetes (221), cardiovasculares (215 moléculas) o enfermedades mentales (200 moléculas), entre otras, según datos de la patronal de la industria farmacéutica de Estados Unidos.