Los informativos de las televisiones tendrán que contratar personal extra si quieren cubrir la sarta de promesas e inauguraciones que se suceden y las que nos esperan en los próximos 50 días, los que faltan para las elecciones. Para superar el aburrimiento de estas escenas y hacerlas divertidas o más evocadoras al menos, sería recomendable pasarlas a blanco y negro y fundirlas con la mítica sintonía del NO-DO. Una vez agotados -por el momento- los tramos de AVE, puentes, pantanos o carreteras, tan presentes en las últimas semanas, aún estamos a tiempo de hacer el experimento con otros eventos: Mariano Rajoy prosigue su ofensiva de precampaña, inaugurando un congreso de partidos conservadores, una oficina para que los ladrones no disfruten de su botín o una sesión del Consejo de Seguridad en la ONU. En este caso, por cierto, casi rompe el mazo ante el mundo entero debido al ímpetu con el que golpeó, tal y como recogieron los informativos. Los últimos días de legislatura han sido tradicionalmente en este país el Olimpo de las promesas: la vicepresidenta ya hablaba el otro día de devolver pagas a los funcionarios, pero más ocurrente fue en su día Zapatero, cuando prometió dentista gratis para los niños (ni de coña lo cumplió, claro). En otros casos, la vorágine inaugural lleva a los políticos a situaciones más pintorescas, como en el caso de Ignacio Granados: el que fuera número 2 de Aguirre en Madrid vive en la cárcel de Estremera, que él mismo inauguró en 2008. Como recogió Buenafuente, el cerebro de la Púnica podría haber aprovechado entonces para pedir los planos, tatuárselos y tal vez emular hoy una fuga a lo 'Prison break'.