madrid. Mucho se ha debatido sobre la operatividad de que el cliente de una caja de ahorros sea el que decide el fin al que va su aportación a la obra social. Como en Caja Navarra, única entidad que aplica esta filosofía. Los que apoyan la decisión de la caja navarra defienden que es el ciudadano el que tiene derecho, como cliente de la caja, a señalar el proyecto social que se va a apoyar. Y los detractores de esta idea consideran que sólo la caja tiene capacidad para llevar al mejor puerto el beneficio generado gracias a las aportaciones de sus clientes. ¿Quién tiene razón? Ni unos ni otros. Los destinos elegidos por los clientes de Caja Navarra son muy parecidos a los elegidos por las propias cajas de ahorros. Según la memoria de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) de 2005: los proyectos de asistencia social representan el 30,4 por ciento de los 1.338,2 millones de euros que han destinado las cajas a su obra social en 2005. En una escala muy inferior, los clientes de Caja Navarra decidieron el pasado año que la mayor parte de su dinero iba ir a parar este año al mismo tipo de proyectos para discapacitados y de asistencia social. En total, el 26,2 por ciento voto por programas relacionados con la ayuda social. De la misma forma, las cajas y la entidad navarra coinciden a la hora de valorar los proyectos relacionados con el patrimonio histórico artístico. Según la CECA, el 9,2 por ciento del patrimonio social se dedicó el pasado año a este fin, mientras que en Caja Navarra los ciudadanos decidieron que fuera el área al que menos recursos se aportara (2,1 por ciento del total).Aunque en las líneas generales queda demostrados que da igual que sea el cliente o la caja quien decida sobre el fin de la obra social, en los detalles las diferencias aparecen. Frente al 35,3 por ciento que la cultura representó en el presupuesto total de las cajas a obra social el pasado ejercicio, el más alto, en Caja Navarra los clientes no le dan tanta prioridad, ya que los proyectos de este tipo contaron con un apoyo del 4,4 por ciento el pasado año (para aplicarse en 2006). Y los programas relacionados con la investigación también separa a las cajas de ahorros de los clientes de la caja presidida por Miguel Sanz. Para estos últimos es una función prioritaria, por lo que el 12 por ciento de la obra social de la entidad navarra va a parar a investigar; sin embargo, en las cajas no lo consideran una necesidad de primer orden, por lo que sólo se le dedica el 5,19 por ciento de los 1.338 millones de euros totales de obra social del sector. Lo mismo ocurre con el medio ambiente: las cajas de ahorros lo consideran el fin más trivial para que tenga un cheque de las cajas. Según la memoria elaborada por CECA del año 2005, las cajas de ahorros deciden que sólo el 4,26 por ciento se dedique a cuidar del medio ambiente, mientras que los ciudadanos navarros (o clientes de la caja) creen que se merece más del doble: el 10,8 por ciento de todo el presupuesto. En definitiva, unos y otros tienen unas inquitudes y principios generales similares, aunque en el detalle cada uno saca un carácter distinto.