Los tribunales han cerrado y los supermercados advierten de la inminencia de desabastecimientoEl primer Eurogrupo después del referéndum griego se consumó más bien en conversaciones introductorias por parte del nuevo ministro de Finanzas griego, Euclides Tsakalotos. El encuentro más interesante fue sin duda el del primer ministro Alexis Tsipras con Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande. El mensaje de todos es que el tiempo se va agotando, pero esto no tiene mejor o más evidente aplicación que en el interior de la misma Grecia. La economía nacional vive momentos de asfixia que paraliza poco a poco la actividad económica. Una parte de la sociedad griega ha vivido momentos de orgullo después del resultado del referéndum, pero en la vida cotidiana la gente sigue atenta a los acontecimientos en Bruselas esperando las señales que permitan extraer conclusiones: hacia la mejora de una situación pantanosa o hacia la elección de otra vía, lejos del sistema europeo. Algunas fuentes indicaban ayer que Tsipras iba a solicitar un préstamo de 7.000 millones de euros a la eurozona, y tan pronto como fuera posible, probablemente dentro de las próximas 48 horas, con el objetivo de hacer frente a la situación de emergencia en Grecia y para cumplir las obligaciones de deuda con vencimiento del país. Por otro lado, la sustitución de Varufakis por Tsakalotos ha sido recibida en Grecia con comprensión: Varufakis sigue gozando de alta popularidad en el país, pero se había hecho más que evidente que sus interlocutores europeos no compartían esta sensación. El nuevo ministro Tsakalotos se considera como mucho más moderado en su comportamiento y su presencia delante de los medios de comunicación, pero no pasó desapercibido el hecho de que durante su primera aparición en un Eurogrupo como jefe de la delegación helena mostró sin querer sus notas personales a las cámaras. Al interior de Grecia No obstante, la inquietud dentro de Grecia no se centra en el comportamiento de sus representantes en las reuniones europeas sino en la situación actual y la vida cotidiana. La gran mayoría de las empresas privadas suspende el pago mensual a sus trabajadores, no solamente por el hecho de que siga el corralito, sino también por ansiedad hacia el futuro inmediato del país. La Bolsa de Atenas se mantiene cerrada, lo mismo ocurre con los tribunales, el proceso de declaración de la renta, que normalmente ocurre en los meses de junio y julio, y también se hacen públicas las primeras advertencias por cadenas de supermercados, que sostienen que pronto empezarán problemas de acceso a ciertos bienes, dado que los proveedores exigen el pago de antemano y en efectivo. Los meses de incertidumbre sobre el resultado de la negociación y la asfixia que está experimentando la economía griega, al estar sin financiación desde agosto de 2014, ha obligado durante todo este tiempo a los depositantes griegos a realizar retiros masivos de dinero. Así, en los últimos seis meses se produjo una salida de depósitos de unos 42.000 millones (de 164.000 millones a 122.000 millones de euros hoy). Estas pérdidas fueron combatidas hasta ahora con la línea de financiación del Banco Central Europeo (BCE), la Asistencia de Liquidez de Emergencia (ELA), que se incrementó de 60.000 a los 89.000 millones de euros durante este tiempo. Sin embargo, como esta solución no puede ser eterna y al acabar el segundo rescate hacia Grecia, se impuso el corralito a los bancos para evitar su colapso total. El 20 de julio vencen los bonos de 3.500 millones de euros, que actualmente posee el BCE. Grecia no cuenta con ninguna financiación y, sin un acuerdo con los acreedores, no tiene la capacidad de pagarlos. En el caso de un impago, que es algo que se teme mucho en Grecia, el país puede ver los cuatro bancos sistémicos (Banco de Grecia, Banco de Pireo, AlphaBank y Eurobank) pasar a manos del BCE, dado que acciones de estos bancos se dieron como garantía para la financiación. Si este fuera el caso, los cuatro bancos perderían sus inversiones en siete países del extranjero (2.700 sucursales) con un activo de 70.000 millones de euros y, ésta es la consecuencia más grave, será inevitable aplicar una quita en los depósitos restantes en las sucursales griegas. Y dado el hecho de que ni el Estado puede garantizar los depósitos hasta los 100.000 euros, como prevé la legislación, ni quedan ya muchas cuentas con más de 100.000 euros depositados, el peor escenario vería la aplicación de una quita desde el primer euro.