El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, llegó con fama de halcón a Bruselas, tras liderar un duro ajuste como primer ministro de Letonia. Como responsable del euro y el diálogo social, este físico e ingeniero de gesto serio, pero de sonrisa fácil cuando se relaja, predica el mismo catequismo ahora en Europa, ya sea al negociar con Grecia (el margen para rebajar más el ajuste fiscal se ha terminado) o con España. En una entrevista con elEconomista en el Parlamento Europeo señala que los acreedores internacionales de Atenas estarían dispuestos a perdonar a Grecia el ajuste en pensiones a cambio de otras medidas, la primera vez que desde las instituciones se ofrece este gesto en un punto que ha dividido a ambos lados desde el inicio de las negociaciones. Una vía que puede facilitar el acuerdo político. Dombrovskis visita hoy nuestro país, donde se reunirá con los ministros de Economía, Hacienda y Empleo, además del gobernador del Banco de España y los agentes sociales. Llega a Madrid con un mensaje claro para el Gobierno: a pesar de la "clara" recuperación y las inminentes elecciones, el Ejecutivo debe continuar con los ajustes para cumplir con el objetivo del déficit para este año. La semana pasada hubo un principio de acuerdo entre el primer ministro griego, Alexis Tsipras, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, respecto al punto crucial de los objetivos fiscales (partiendo de un superávit primario del 1 por ciento del PIB para este año). Grecia ahora solo parece dispuesta a aceptar un 0,75 por ciento. ¿Se puede lograr un acuerdo antes del Eurogrupo del próximo jueves? El acuerdo es posible, pero requiere voluntad política, sobre todo desde el lado griego. Grecia insiste en que sus líneas rojas son los ajustes en pensiones y una subida del IVA en áreas como la electricidad o las medicinas. ¿Se pueden evitar estas reformas? Primero necesitamos llegar a un acuerdo en los objetivos fiscales y en el superávit primario para los próximos años. La propuesta de las instituciones es una buena base para ello. Entonces seremos capaces de discutir qué medidas son necesarias para conseguir estos objetivos. El Eurogrupo señaló el 20 de febrero que es posible algo de flexibilidad. Si a los griegos no les gustan algunas medidas específicas, es posible reemplazarlas por otras con un impacto fiscal similar. Hemos tomado nota de sus preocupaciones, pero son los griegos los que tienen que proponer alternativas. Entonces, ¿los cambios podrían también afectar a los ajustes en pensiones para dejarlos fuera? ¿No puede quedarse fuera el Fondo Monetario Internacional (FMI) del acuerdo, al ser una demanda fundamental para Washington? Desde luego coordinamos nuestro trabajo con otras instituciones, con el Fondo y el BCE. Existe un entendimiento conjunto sobre la posibilidad de reemplazar algunas medidas, incluidas las pensiones. Por supuesto, hay trabajo que hacer para abordar la sostenibilidad del sistema de pensiones heleno, como es el caso en muchos países europeos. Pero en este momento estamos dispuestos a discutir si hay propuestas alternativas claras y creíbles por el lado griego. Respecto a la deuda helena, ¿considera la Comisión que es sostenible en el escenario actual? Es importante poner la elevadísima deuda helena en una trayectoria descendente. Desgraciadamente, la reciente inestabilidad financiera y el frenazo económico que ha traído complica este objetivo. ¿Está sobre la mesa una reestructuración de la deuda helena? Las conclusiones del Eurogrupo de 2012 permiten mirar a la condicionalidad de la deuda griega cuando se concluya el programa actual de rescate con éxito. Estas conclusiones todavía son válidas pero no hay nada más allá. Y, como se ha señalado en numerosas ocasiones, una quita de la deuda helena está fuera de la mesa. Respecto a España, el FMI esta semana, y la Comisión el pasado mes, revisaron al alza sus previsiones de crecimiento. Sin embargo, el empleo que se crea es en su mayoría precario, la deuda no ha parado de aumentar y España ha registrado uno de los mayores aumentos de la desigualdad entre los países desarrollados. ¿Podemos hablar de una recuperación real? España ha realizado reformas muy sustanciales para abordar fallos y debilidades estructurales, incluida la dualidad del mercado laboral. Según nuestras previsiones, crecerá un 2,8 por ciento este año [una décima menos que la previsión del Gobierno]. El desempleo descenderá cuatro puntos hasta el 20,5 por ciento en los próximos dos años, registra superávit por cuenta corriente y el déficit está descendiendo. Por lo tanto, se ha hecho mucho, y la economía española está claramente recuperándose. Aunque siempre hay un desfase temporal antes de que la recuperación llegue al bolsillo de los ciudadanos. Entonces, ¿ya está todo hecho? Desde luego, aún quedan muchas medidas por aplicar. Lo primero, España necesita corregir su déficit excesivo. Además, necesita completar la reforma de las cajas, asegurar que los salarios se alinean con la productividad, remover las barreras para los negocios o completar la ley de unidad de mercado, y este punto es muy importante. Respecto al déficit, España no está encarrilada para cumplir su objetivo para este año (4,2 por ciento del PIB cuando se espera un 4,5 por ciento). A pesar de ello, el gasto público ha continuado creciendo debido a las citas electorales. ¿Pedirá a España que corrija este desfase de un 0,3 por ciento (unos 3.000 millones de euros) este año, o le darán algo de flexibilidad como a Francia? España debe cumplir con las recomendaciones del Consejo y rebajar su déficit por debajo del 4,2 por ciento este año y del 3 el que viene. Una de las razones por las que visito España es precisamente para discutir con las autoridades españolas cuáles son sus planes presupuestarios para este ejercicio y el que viene. Como la economía española se está acelerando, es posible usar los ingresos inesperados para reducir el déficit más rápido en orden a cumplir estos objetivos. A medio plazo, es importante fijar objetivos claros y reglas transparentes para las finanzas públicas regionales. Sabemos que muchos de los problemas de las finanzas públicas españolas vienen de las autonomías. ¿Le preocupa el incremento del gasto público debido precisamente a las recientes elecciones municipales y autonómicas o las generales previstas para el otoño? No nos metemos en discusiones pre-electorales, pero a pesar de las elecciones creemos que España debe cumplir con sus objetivos fiscales. El FMI solicitó esta semana más ajustes en educación y salud. ¿Son necesarios? En nuestras recomendaciones para España también incluimos el aumento de la efectividad en el gasto sanitario, racionalizando el gasto farmacéutico hospitalario. Una de las personas con las que se encontrará en Madrid es el ministro de Economía, Luis de Guindos. Como vicepresidente al cargo del euro, ¿cree que podría ser un buen presidente del Eurogrupo? Desde la Comisión Europea no vamos a comentar la organización interna de otra institución de la UE. Es una cuestión que decidirán los ministros de Finanzas de la eurozona. La Comisión no va a tomar partido. La elección llega en paralelo a la reforma de la unión económica y monetaria que estudian los presidentes de las cinco instituciones europeas (Comisión, Consejo, Parlamento Europeo, Eurogrupo y BCE). Sus conclusiones se discutirán en la cumbre de fin de mes. ¿Es la ocasión para proponer una presidencia permanente del Eurogrupo? Esta idea está siendo discutida, pero en este momento no puedo prejuzgar cual será el resultado del trabajo de los cinco presidentes. No obstante, los asuntos institucionales también van a ser tratados en su informe. Una de las ideas que se esperan es una capacidad fiscal para la eurozona, para ayudar a estados miembros que atraviesen periodos adversos. ¿Es políticamente posible que salga adelante, dado el poco apetito de una mayoría de las capitales para cambios profundos? El informe de los cinco presidentes analizará qué se puede hacer a corto plazo, dentro del tratado actual, como la simplificación de los instrumentos actuales de coordinación económica (el Semestre Europeo), o completar la unión bancaria. Pero también mirará elementos para el medio y largo plazo, aquellas medidas que implicarían un campo de los tratados, y donde se incluye una capacidad fiscal para la eurozona. Está claro que esperamos una discusión complicada porque, de un lado, vemos una llamada para una mayor mutualización de los riesgos, mientras por el otro lado existe una demanda de mayor control y transferencia de soberanía al centro. Para progresar necesitamos avanzar simultáneamente en ambas dimensiones.