El ex ministro de Exteriores, Al Shara, representa el vínculo entre la política del padre y la del hijo"El presidente de Siria, Bashar Al-Assad, nació y creció en casa del líder desaparecido. Fue educado en su escuela y bebió de su fuente de sabiduría, conocimiento, moral y fe en los objetivos de la patria", dice un dirigente del partido árabe Baath. ¿Puede entonces ser débil un jefe así? Muchos piensan que sí. El 11 de septiembre del año 2000, un inexperto Bashar, de 41 años, sucedía a su padre, Hafez.En pocos días comenzará el juicio internacional sobre el homicidio del ex primer ministro libanés, Rafik Hariri, de cuya muerte se acusa al régimen sirio. Por este motivo se teme que en Beirut se desencadene otra oleada de homicidios de altas personalidades.Los libaneses saben que los sirios nunca se fueron del todo del país y que siguen presentes a través de Hezbolá, infiltrados en los servicios secretos libaneses o dando muestras de su presencia directa en el país. Con el despliegue de soldados europeos en Líbano sería útil saber quién manda en Damasco. Quizás por eso, Kofi Annan visitó Siria hace unos días y dijo: "Assad se comprometió conmigo a adherirse al párrafo 15 de la resolución 1701", que exige que no se rearme a Hezbolá.La debilidad del régimen es tener una cúpula alauita -secta minoritaria de origen chiíta- en un país de mayoría sunita. Posiblemente por este motivo el viejo Assad siempre se mostró muy atento y dispuesto a distribuir el poder y los beneficios a los sunitas, que operan con fidelidad en los servicios secretos, en las Fuerzas Armadas, en el Gobierno, en el partido y en el Parlamento. Ésta es incluso la jerarquización del poder en Siria, después de la familia. Es el único país de la región, incluido Israel, cuya Constitución (al igual que la americana) prohíbe los partidos de inspiración religiosa.Bashar no había sido educado para la política, pero cuando en 1994 su hermano mayor, Basil, falleció en un accidente de tráfico, su padre lo designó como sucesor de la dinastía. Desde que Bashar se convirtió en presidente en el verano del año 2000, los expertos en Siria estaban convencidos de que iba a occidentalizar el país. Pero como no lo hizo, comenzaron a decir que era un líder débil.En realidad, lo que hizo el joven Assad fue depurar el régimen de la vieja guardia y construir su propio sistema de poder, muy parecido al de su padre: el sistema de la familia.Estructura de GobiernoEl país está gobernado por un triunvirato formado por Bashar; su hermano Maher, jefe de la Guardia Republicana y Asef Shawkat, marido de su hermana Bushra y jefe de los servicios secretos militares. Tanto su hermano como su cuñado son los sospechosos del homicidio de Hariri. A la sombra permanece el ex ministro de Exteriores y actual vicepresidente, Faruq Al Shara, que representa el vínculo entre el pasado del padre y el presente del hijo, muy semejantes en el fondo.La continuidad familiar garantiza estabilidad a todo el sistema. Por ejemplo, a la reforma económica, que es lenta pero efectiva. Sólo en 2005 se aprobaron 134 leyes y decretos presidenciales dedicados a las reformas administrativas y económicas. En el país ya hay bancos y universidades privadas, además de un mayor espacio para las inversiones extranjeras. El promotor de estas reformas es el viceprimer ministro de Asuntos Económicos, Abdallah Dardari.Con todo, la presencia pública no ha disminuido, y los empresarios privados beneficiarios de las reformas son siempre los mismos, es decir, los que ya forman parte del poder.Aunque el modelo chino es sólo nominal, tiene buena acogida en Siria. Significa el desarrollo sin cambiar el sistema político. Pero el régimen sirio ni siquiera ha permitido salir del ostracismo a las fuerzas sociales que el Partido Comunista chino dejó libres.Respecto a la política, el régimen es más antioccidental que nunca. Sin una contrapartida y con los altos del Golán ocupados por Israel, a Siria le conviene más permanecer a la cabeza, que pasarse gratis al campo occidental, convirtiéndose en uno de sus aliados, como Egipto o Arabia Saudita. Una decisión estratégica peligrosa, pero que, hasta ahora, le ha beneficiado.