L as farmacéuticas han encontrado en los precios de sus innovaciones el nuevo modelo de negocio para seguir facturando más de 1.000 millones de euros por fármaco sin importar su nivel de consumo. Unas tarifas muy elevadas que se justifican en parte por el valor y la mayor efectividad de los nuevos tratamientos lanzados al mercado, pero que están ya poniendo a prueba la viabilidad financiera de los sistemas públicos de salud. El ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, ya ha señalado que la negociación de las nuevas terapias contra la hepatitis C ha sido "una prueba de estrés para el Sistema Nacional de Salud". Una prueba que no será la única porque los altos precios de la nueva clase de medicamentos contra la hepatitis C no son más que la avanzadilla de una nueva generación de fármacos que revolucionará los tratamientos del cáncer y ofrecerá soluciones terapéuticas en el área cardiovascular, además de en enfermedades raras, entre otras patologías. Es el caso de los inhibidores PCSK9, que reducen de forma muy significativa (entre el 60 y el 90 por ciento) los factores de riesgo como los niveles de colesterol malo LDL. CVS Health ya ha puesto precio en Estados Unidos al impacto en ventas que tendrá esta nueva generación de fármacos: hasta 140.000 millones de euros pueden facturar al año, casi la mitad del actual gasto farmacéutico en Estados Unidos. El coste de esta nueva clase de inhibidores puede rondar entre 6.600 y 11.300 euros al año, según CVS, 60 veces más que las estatinas prescritas contra el colesterol, que son el segundo subgrupo de medicamentos más consumidos en España. Pero la agresividad en los precios de algunas compañías tiene también el riesgo de que las aseguradoras americanas decidan prescindir del tratamiento en beneficio del competidor o que en Europa sean los gobiernos quienes frenen su acceso al mercado. El Memorial Sloan Kettering Cancer Center calcula que más de 30 oncológicos que entraron en el mercado entre 2010 y 2014 cuestan 4.700 euros al mes o más. La avalancha de fármacos aprobados es tal que la Agencia Estadounidense del Medicamento aprobó 41 nuevos fármacos el año pasado, récord en los últimos 18 años. Algunos tan rompedores como el mencionado Opdivo, Keytruda y los nuevos antivirales contra la hepatitis C de Gilead (Harvoni) y AbbVie (Viekira Pak). La consultora IMS Health calcula que hasta 2018 se aprobarán de 30 a 35 nuevas terapias cada año, frente a la media de 25 entre 2000 y 2013. El gasto farmacéutico podría elevarse así de los actuales 329.000 millones de euros en Estados Unidos a 450.000 millones en 2018. Las farmacéuticas también están investigando a fondo nuevas terapias biológicas contra el melanoma que prometen grandes resultados. Opdivo, de Bristol-Myers Squibb, ha demostrado tasas de éxito en el tratamiento del 73 por ciento frente al 42 por ciento de la quimioterapia estándar. El problema es que cuesta 141.700 euros al año por paciente. Son precios libres fijados en Estados Unidos que luego las farmacéuticas están intentando trasladar a Europa. Otra guerra de precios se puede desatar con los nuevos tratamientos contra la psoriasis. Cosentyx, la nueva terapia de Novartis, ha demostrado en ensayos clínicos eliminar casi por completo cualquier señal de psoriasis en la mayoría de los pacientes. Su precio puede rondar los 28.300 dólares al año o más, aunque pronto Amgen, AstraZeneca y Lilly lanzarán competidores al mercado. Fórmulas de financiación Pero ¿cómo incorporar los nuevos fármacos a la cartera de salud sin quebrar el sistema? España no ha rehuido los altos precios y sufraga así un centenar de fármacos que oscilan entre 30.000 y 60.000 euros por paciente y año, según datos del Ministerio de Sanidad. El problema es que los nuevos medicamentos hacen diana en terapias de gran consumo. Sanidad ya ha enseñado sus cartas para incluirlos en la financiación pública: techos de gasto, acuerdos de riesgo compartido o precio por volumen de compra. Son distintas alternativas que el Gobierno quiere legislar en el futuro Real Decreto de Precios y Financiación y que están ya permitiendo a las Administraciones reducir los altos precios que reclaman las farmacéuticas por sus innovaciones. En el caso de los techos máximos de gasto aplicados hasta ahora se han logrado importantes resultados sin rebasar los límites financieros establecidos, según el Ministerio de Sanidad. El año pasado se cerraron así siete techos con cinco laboratorios para los tratamientos Perjeta (pertuzumab de Roche), Kalydeco (ivakaftor de Vertex), Incyvo (telaprevir de Janssen), Olysio (simeprevir de Janssen), Zytiga (abiraterona de Janssen), Esbriet (pirfenidona de Intermune) y Jakavi (ruxolitinib de Novartis), donde la Administración se compromete a pagar sólo hasta un tope acordado con el fabricante y, en el caso de que se supere, es el laboratorio quien costea los tratamientos. El impacto económico de las nuevas condiciones de financiación acordadas con los laboratorios se cifra en 124 millones de euros, mientras que el valor de los envases consumidos hubiese alcanzado los 231 millones de euros sin los techos de gasto. Una estimación económica difícil de contrastar porque las resoluciones son públicas, pero confidenciales, y Sanidad no ofrece detalle de los precios fijados ni de los volúmenes de venta acordados con las distintas compañías. El Gobierno estudia ahora la posibilidad de fijar techos o un presupuesto finalista para subgrupos terapéuticos, es decir, para todos los tratamientos de hipolipemiantes o antiulcerosos, por ejemplo, como se ha hecho en la financiación de los nuevos antivirales contra la hepatitis C al limitarla a 727 millones de euros. Es lo que se está avanzando en los últimos meses desde la Dirección General de Cartera Básica de Servicios del SNS y Farmacia y que países como Francia e Italia ya están aplicando, según Sanidad. Pero ni se puede pagar cualquier precio, ni tampoco imponer tarifas que desincentiven la innovación cuando se están financiando obras sin analizar su valor o rentabilidad real. Farmaindustria no considera exagerados los precios de los nuevos antivirales contra la hepatitis C y ya ha hecho el ejercicio de comparar los 727 millones que costará tratar y curar esta enfermedad en España, con el equivalente de pagar 40 kilómetros de AVE. Teniendo en cuenta los 2.500 kilómetros de red de AVE que había en España en septiembre de 2014 y que ningún corredor es rentable, según un informe de Fedea, es un análisis que se debería aplicar a cualquier política de gasto público. La capacidad de negociación del Gobierno en el caso de la hepatitis C también está avalada por la industria innovadora en España, ya que ha permitido reducir de 3.000 millones de euros el coste inicial de esta combinación de tratamientos a 727 millones el coste final de tratar a los casi 52.000 pacientes afectados.