La siderurgia nacional no tiene secretos para el nuevo presidente de Arcelor MittalCuando Roland Junck llegó a España en 1997, en las plantas asturianas de Aceralia no daban crédito. "¡Pero si viene solo!", se sorprendió más de uno. El gigante luxemburgués Arbed había comprado el 35% del primer grupo siderúrgico español y mandaba a Junck con la única escolta de su mujer y dos hijas pequeñas.Solo ante el peligro, el directivo se metió enseguida a la gente de Aceralia en el bolsillo. Su amabilidad y buenas maneras conmovieron a sus anfitriones. Primero porque encajó con la cúpula e hizo buenas migas en la dirección que compartía con Guillermo Ulacia, que abandonó el barco de Arcelor a finales del año pasado para volver al mundo empresarial español.Después, porque se fue ganando a los trabajadores, que siempre le han considerado un español más. Cómo no van a tratar como a su paisano a alguien que habla el idioma perfectamente, le gusta la cocina del país -se pirra por el pescado- y veranea en el sur de España.La trayectoria profesional de Roland Junck ha transcurrido paralela a la historia de Aceralia. Cuando la acerera española se fusionó con la francesa Usinor y la luxemburguesa Arbed para crear Arcelor en 2001, Junck pasó a puestos de mayor responsabilidad, en la cúpula del grupo, en la dirección general de productos largos (para construcción) pero le ha echado una manita al negocio español siempre que ha podido. Sobre todo, al asturiano, que ha sido el que más quebraderos de cabeza ha dado a la compañía por su combatividad laboral.Entre decisión y decisión, a Junck se le puede ver en sus ratos libres a pie de planta, armado con su cámara y retratando trozos y amasijos de hierro. Lo que el ojo humano de un curioso operario ve como un simple trozo de metal oxidado, Junck lo convierte en un cuadro abstracto. Una afición que ha perfeccionado durante todos estos años y que ha plasmado en varias exposiciones. En una de ellas, organizada en la Fundación Carlos de Amberes de Madrid, se le podía ver paseando camuflado entre el público y observando atentamente lo que opinaban. "Soy como un pintor frustrado. En mi cabeza tengo composiciones que no sé pintar pero que encuentro en las diferentes formas del acero que fotografío", le explicaba a un periodista.Junck se fue de España pero su obra continúa todos los años gracias a que Unesid, la patronal del sector, siempre ilustra la portada de su memoria anual con fotografías tomadas por el ejecutivo.Prudencia en la cumbreAhora llega el culmen de su carrera con el nombramiento como primer ejecutivo de Arcelor-Mittal, el nuevo gigante mundial del acero, pero Roland Junck sigue siendo el mismo luxemburgués que se estrenó como ejecutivo en Arbed en 1980. Para algunos, su sentido común en la guerra entre Arcelor y Mittal le ha hecho ganarse el respeto del multimillonario indio Lakshmi Mittal. Para otros, ha sido elegido por su perfil bajo, ideal en un proceso de transición como el que se vivirá en el grupo durante los próximos tres años. Pero los que confundan la prudencia de Roland Junck con poca personalidad para dirigir el grupo están equivocados.