Una de las novedades que más afecta al inversor de renta variable es el cambio de fiscalidad en el cobro de dividendos. Se acabó el atractivo. Pese a la bajada en la retención del 21 por ciento, se elimina la principal ventaja para el pequeño accionista. Fiscalidad en 2014 Hasta ahora existe una exención que permite a los accionistas no tributar por los primeros 1.500 euros recibidos como retribución. De ello se benefician muchos inversores particulares. Solo un ejemplo. Una cartera modelo de 30.000 euros invertida en los cinco grandes valores españoles ingresa al año en torno a esa cantidad (ver gráfico). Por tanto, cualquier inversión inferior en las blue chips disfruta de esta ventaja fiscal. Cambios a partir de 2015 Pero este beneficio acaba con la llegada de la nueva ley. Se suprimirá por completo esta exención, sin contemplar excepciones. Todos los accionistas rendirán cuentas a partir de 2015 de cada euro que perciban como dividendo. Lo único positivo, independientemente de este golpe para el pequeño inversor, es que los tipos para los dividendos bajan, ya que estos se consideran como rendimientos del capital mobiliario. Efectos y recomendaciones Aquí poco puede hacer el accionista, porque la decisión de adelantar los pagos estaba en la empresa. En opinión de los expertos, el cambio supone un paso atrás. "Hay una doble imposición que se mitiga con la exención de los 1.500 euros y que beneficia al pequeño ahorrador. La eliminación supone que la percepción de un dividendo está sujeta a una doble imposición plena y que se traduce en una tributación cercana al 50 por 100 de los beneficios obtenidos por las compañías y distribuidos a sus accionistas personas físicas", sentencia Marcelino Blanco, director de asesoramiento patrimonial en Mirabaud.