Lo que empezó mal acabará el próximo lunes peor. El primer semestre del año ha estado marcado por los nervios, el miedo y las dudas. Por Vicente VaróSalvo que el próximo lunes el Ibex 35 rebote más de un 2 por ciento, éste será el peor primer semestre en la historia del índice de la bolsa española, que al cierre de ayer superaba el 20 por ciento desde enero. No pasa un mes sin que aparezca un nuevo enemigo que amenaza con meter al mundo en una recesión o con desestabilizar el sistema financiero. Enero El año arrancó mal, con un descenso del 4 por ciento en las tres primeras sesiones, pero el drama llegó el lunes negro del 21 de enero, cuando el mercado español vivió el mayor batacazo de su historia al perder más de un 7,5 por ciento. El desconcierto inicial se produjo por el temor a que un gran banco estuviera liquidando sus carteras porque estaba a punto de quebrar. Al día siguiente, la Reserva Federal, el banco central americano, incluso bajó los tipos de interés en 75 puntos básicos en una reunión sorpresa, lo que hizo pensar que el problema era incluso mayor. Poco después se conoció que el desencadenante de las caídas había sido que Société Générale estaba intentando deshacer las gigantescas posiciones de riesgo que su ahora famoso broker Jerome Kérviel había asumido por su propia cuenta. Un presunto fraude con un coste de 5.000 millones de euros. El mercado recuperó parte de las caídas, pero los ánimos quedaron muy tocados. Al final de mes, Ben Bernanke, presidente de la Fed, volvió a recortar en 50 puntos básicos los tipos de interés, hasta el 3 por ciento, cuando sólo seis meses antes estaban en el 5,25 por ciento. A pesar del esfuerzo de la Fed el mercado también estaba tembloroso por el posible derrumbe de alguna monoline, como se conoce a las avalistas de deuda. Febrero Tras ser enero, con una caída del 12,8 por ciento, el peor mes del Ibex desde septiembre de 2002, febrero arrancó con esperanza. Microsoft devolvió la ilusión al lanzar una opa de 42.000 millones dólares por Yahoo! en plena crisis de confianza. La alegría duró más bien poco, ante las dificultades que iban apareciendo por el camino. El petróleo acabó de enterrar los ánimos cuando el 19 de febrero dejó atrás definitivamente los 100 dólares por barril. El resto de materias primas, como las agrícolas, también vivían días de fuertes ganancias, sembrando el germen de las tensiones inflacionistas. Marzo Los rumores sobre graves problemas en una gran institución financiera se intensifican y los índices mundiales se precipitan de nuevo en búsqueda de los mínimos anuales. El dinero huye también de la renta fija corporativa y se refugia en la deuda pública. El petróleo sigue subiendo; el dólar pierde por primera vez los 1,55 dólares por euro, la onza de oro se encarama sobre los 1.000 dólares... La Fed intenta reaccionar de nuevo con todo un arsenal de medidas. Primero, lidera una alianza con los otros grandes bancos centrales para inundar de liquidez el sistema. Ben Bernanke, el hombre que antes de ser presidente de la Fed, defendía tirar dinero desde un helicóptero para reactivar el crecimiento si era necesario, lidera el pacto y pone a disposición de la banca 200.000 millones de dólares. Las medidas no acaban de funcionar, por lo que fuerza la máquina y entre el l6 y el 17 de marzo da un paso más. La Fed aporta facilidades a JPMorgan para que rescate Bear Stearns, que estaba al borde del colapso, y amplía las medidas de liquidez a cualquier tipo de entidad financiera, permitiéndoles cambiar activos de riesgo por deuda pública. Por si fuera poco, un día más tarde baja otros 75 puntos básicos los tipos de interés, hasta el 2,25 por ciento. El mercado interpreta que Estados Unidos no va a dejar que quiebre ninguna gran entidad y los mercados inician una fase de fuertes rebotes. Abril El clima mejora en los mercados de renta variable, al mismo tiempo que los inversores vuelven a interesarse por la renta fija privada y se deshacen de la deuda pública, que se había puesto muy cara por el ansia de seguridad. Pero persisten los temores, como se refleja en el mercado de divisas, con la moneda americana en mínimos frente al euro, más allá de los 1,6 dólares. A fin de mes, la Fed vuelve a bajar tipos, pero deja de alertar sobre el riesgo de crecimiento un cuarto de punto, al 2 por ciento. Mayo Las bajadas de tipos de la Fed provocan la debilidad del dólar y, como consecuencia, avivan el fuego alcista del petróleo, que sigue subiendo y rebasa los 130 dólares por barril. El coste de la vida se dispara y los inversores empiezan a temer el fantasma de la estanflación, la peligrosa mezcla de un periodo de bajo crecimiento económico y alta inflación, el ogro de los bancos centrales. Tras dos meses de recuperación, las bolsas vuelven a sufrir en la quincena final. Junio Los bancos centrales endurecen su lenguaje contra la inflación. Y el 5 de junio Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE) deja caer a los periodistas que podría subir los tipos de interés en su reunión de julio. El precio de los bonos se desploma. Unos días antes el miedo a una nueva quiebra entre las entidades financias británicas se resuelve con la entrada de TPG en el banco B&B. El crudo supera los 140 dólares y las bolsas marcan mínimos. El semestre termina mucho peor de lo que empezó.