Fráncfort es víctima del modelo alemán y de la fragmentación del riesgo soberano en EuropaSuele culparse al restringido mandato del BCE sobre la inflación la ineficacia de su política monetaria, a diferencia de la Fed, con mayores implicaciones en crecimiento y empleo. No es éste el problema, pues los bancos centrales sólo pueden provocar variaciones en la demanda a través de la liquidez. Una de las diferencias esenciales es que en la zona euro no existe una mutualización del riesgo soberano. En Estados Unidos hay un emisor principal, que es el Tesoro, cuya deuda puede ser monetizada por la Fed. En la eurozona se tiene mucho cuidado con incorporar al balance del BCE deuda soberana para no trasladar el riesgo país a la moneda y entre Estados. La QE de la Reserva Federal: potencia monetaria Los instrumentos que han marcado la diferencia del éxito de la Fed son las quantitative easing (QE), de los que se han visto hasta tres ediciones. Consisten en la compra de deuda a largo plazo que pasa al balance de la Fed contra entrega de dinero. Los programas comienzan en 2008 (QE1) y siguen en 2010 (QE2) y 2012 (QE3). La deuda que se compra son tanto bonos del tesoro como deuda privada y títulos hipotecarios. Con ello se cambia un título de deuda a largo plazo, que es un activo bancario, por dinero, es decir, el activo más líquido. La banca no se endeuda y un banco puede simultáneamente aumentar su endeudamiento en la Fed, por lo que los efectos se potencian. La QE además baja los tipos de interés. Las LTRO del BCE: refinanciación sin aumento del crédito El BCE implementó las LTRO (operaciones de refinanciación a largo plazo). Se realizaron a finales de 2011 y primeros de 2012. Se trata de una financiación contra garantía de títulos, pero no una compra de los mismos. Los bancos recibieron préstamos a 3 años al 1 por ciento garantizados con títulos de deuda, pública o privada. El banco receptor se endeuda a cambio de dinero, que deberá invertir en otro activo de más rendimiento. La deuda de la LTRO pesa en el endeudamiento del banco y una excesiva dependencia del BCE está penalizada por el mercado. Ni por sus objetivos ni por su instrumentación, la LTRO ha supuesto aumentos del crédito y se ideó para sustituir al mercado interbancario y de renta fija, colapsados en ese momento. Ahora el BCE realiza TLTRO, similares a las anteriores pero con el objetivo de incrementar el crédito y basadas en el volumen de éste en cada banco. Obviamente adolece de similares limitaciones que el LTRO y su potencia es ínfima frente al QE. Diferentes medidas, distinto resultado, divergencia abismal La diferencia entre ambas políticas monetarias es abismal. En la zona euro no se ha monetizado deuda pública a pesar de la baja demanda interna y tampoco se ha comprado deuda privada, usada tan sólo como colateral. El excesivo temor a la inflación y la disparidad de políticas económicas entre Estados, es una rémora que no puede suplir el BCE, anclado a unas directrices muy rígidas. El BCE se defiende de los acontecimientos, pero no los provoca. Además, la falta de diligencia en implementar soluciones no monetarias a la crisis, sobre todo en cuanto a la estabilización de la solvencia bancaria y de los estados, es otro factor que ha esterilizado las tímidas medidas del BCE. En EEUU ya en 2008 comienzan los QE, pero también los programas de rescate bancario e industrial (TARP). En Europa las medidas se van implementando cuando los problemas resultan insostenibles. Desconfianza en las nuevas medidas del Banco Central Europeo Así, el anuncio por parte del BCE de un QE sobre deuda privada ha sido recibido con frialdad y desconfianza. Llega tarde, será parco y la reactivación del crédito no sólo depende de la liquidez, sino además de una política económica coherente, impensable en la fragmentada Europa. Aun así, fomentar las titulizaciones bancarias comprando ABS (bonos de titulización de créditos) tendrá efectos beneficiosos en tanto en cuanto liberará capital y proporcionará liquidez y la pregunta es por qué no se ha hecho antes.