La UE ofrece a Grecia todos los medios para facilitar su financiación y evitar el contagio europeoLa tregua de los mercados a la eurozona está llegando a su fin. El severo empeoramiento de la situación económica, la tímida respuesta del BCE contra el riesgo de deflación, quebrando el mismísimo escudo monetario que había protegido hasta ahora la frágil recuperación, y la reciente decisión de Grecia de concluir un año antes su programa de rescate han revivido los peores momentos de la crisis. La Comisión Europea salió ayer al paso para intentar controlar la inestabilidad de los últimos días, antes de que el incendio se propague. El comisario de Asuntos Económicos, Jyrki Katainen, prometió que Europa apoyará a Grecia "de cualquier manera que sea necesaria" para facilitar su financiación en los mercados "plena y sostenible", una vez corte amarras con el Fondo Monetario Internacional en marzo. La parte europea del rescate concluirá a finales de este año. En una declaración inusual -la Comisión evita por norma comentar la conducta de los mercados-, Katainen lanzó un mensaje de apoyo total al país heleno no sólo prometiendo medios, sino también reconociendo el progreso logrado. "Aunque hay una clara necesidad de mantener el momentum de las reformas, existe una robusta evidencia de que el país ha doblado la esquina", dijo en un comunicado. Con este paso, Bruselas intenta despejar las dudas en torno a la economía helena y trazar un cortafuegos antes de que Atenas se convierta de nuevo en la chispa que desencadene una reacción en cadena en la eurozona como hace cuatro años. Sin embargo, el contagio ya ha aparecido en la deuda soberana de países como Italia o España. La Comisión reconoció que la "volatilidad" está afectando "especialmente a los estados miembros vulnerables", a causa de la decisión de Atenas de cortar con el FMI y a los "multiples factores" que se han convertido en peligroso material inflamable. Fuera de las cámaras, la inestabilidad de los mercados preocupa en el equipo económico del Ejecutivo comunitario. Deflacionaria, endeudada Si la llama griega termina por prender en este escenario de tendencia deflacionaria (la inflación bajó al 0,3 por ciento en septiembre) con una deuda que ronda el cien por cien del PIB en la zona euro, sin apenas espacio para lanzar un plan de inversión y con un enorme desempleo que no termina de reducirse, la acechante tercera recesión podría ser aún más devastadora. Fuentes europeas señalan que la decisión del primer ministro griego, Antonis Samaras, de cortar amarras con el FMI a partir de marzo era un paso "muy arriesgado", ya que se amparaba en la tregua temporal dada por los mercados gracias a la intervención del BCE en julio de 2012. La reciente inestabilidad, por un lado, y la presión de los responsables de la eurozona, por otro, pueden empujar a que Samaras acepte finalmente una de las líneas de crédito a su disposición, ya sea la del FMI o la de los socios europeos. Se resistía por el coste político interno, en un clima preelectoral dominado por el auge de la oposición de la izquierda de Syriza, pero las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda nacional y el interés que piden los inversores, que ayer se disparó hasta casi el 8,9 por ciento están haciendo que el Gobierno heleno cambie de opinión.