E xisten grupos profesionales a los que con recurrencia se los denosta públicamente, por ejemplo, a los periodistas. El argumento más habitual en su contra es que "mienten" o que "están vendidos". Dado que los medios de comunicación cumplen una función pública, los damnificados por un periodista tienen el derecho a exigir la publicación de una rectificación ante una información falsa o errónea. Si el medio se niega, se dirime en los tribunales si lo desea el agraviado. Si el fallo es menor y no hay sospecha de mala intención, se recurre a las "fe de errores". De esto último, frente a las rectificaciones, es de lo que más verá en la prensa y su aparición significa que alguien reconoce que se ha equivocado, que no ha repasado bien su información, o que se le ha colado un dato incorrecto. Las "fe de errores", que son una cura de humildad, deberían utilizarlas algunos de los grandes cerebros de la banca de inversión. Estos superhombres, que lejos de ser denostados por las voces públicas tienen tanta credibilidad que son capaces de mover mercado, también se equivocan o, al menos, realizan errores de cálculo porque olvidan una cosa que los periodistas deben hacer: contrastar una información con la fuente aludida. Y eso que algunas veces saben que se juegan una exclusiva. El de Goldman Sachs con Jazztel fue exactamente eso; una noticia bomba, exclusiva y colada de soslayo, pero no contrastada. Por sorpresa, y según explica la española sin que ningún analista de la firma norteamericana se pusiera en contacto con ella, sus expertos rebajaron el precio objetivo de la teleco un 47,8 por ciento, a 0,12 euros. En mercado se conoció el viernes 13 de junio. Dos sesiones bursátiles después, este martes, Goldman soltaba un informe sobre Jazztel, elevaba a 0,16 euros su valoración y revisaba las previsiones de beneficio bruto de explotación, ajustaba la remuneración de las inversiones, el crédito fiscal, elevaba los ingresos por clientes y sus expectativas de captación de nuevos... vamos dos tonterías de nada. Y esto sin arrugarse, sin "fe de errores", sin disculparse con sus clientes y sin restituir a los accionistas de la teleco por las pérdidas causadas en bolsa. Tener la capacidad de mover mercado es una responsabilidad y eso exige, al menos, el autocontrol de dar información contrastada. Las firmas de inversión tienen un papel muy importante porque protegen a los minoritarios, ya que les ayudan a tomar decisiones y, a la vez, colaboran a crear precios ajustados en bolsa. Un papel público que les obliga a reconocer que no son infalibles.