El Santander es la mayor compañía del parqué español y la séptima entidad de la banca occidental La tercera generación de la familia Botín en el Santander deja a la entidad en el primer puesto por valor bursátil ya no solo dentro el sector financiero, sino entre todas las empresas cotizadas del país. Lejos queda ya la séptima posición que ocupaba el Santander -antes de las fusiones posteriores- entre el sector bancario en España en los años 80, cuando Emilio Botín asumía la presidencia. El grupo de los grandes en aquel momento estaba formado por Bilbao, Vizcaya, Central, Hispano, Banesto y Popular. Hoy Banco Santander es el valor con más capitalización bursátil y aspira a situarse en un selecto club, el de los gigantes de más de 100.000 millones de euros del que solo le separan 8.000 millones. Otra liga. Pero pese a estas grandes esferas, precisamente la acción del Santander atrae a toda clase de público. Un inversor que quiere estar en bolsa española suele tener en cartera a alguno de los títulos más representativos y el Santander es el valor con más peso en el Ibex 35. Esto explica, en parte, que el banco tenga tantos dueños. Es la empresa española con mayor número de accionistas, al contar con una cifra superior a los 3 millones. Y aunque su tamaño le ha permitido conseguir un sitio en las carteras de muchos fondos de inversión, las acciones del Santander siguen en manos de los pequeños accionistas, muchos heredando las acciones de generación en generación. Un 52 por ciento del capital es propiedad de inversores minoristas. Es posible que algunos de estos accionistas todavía sufran pérdidas, pues el banco no logra recuperar los precios a los que cotizaba antes de la crisis. Incluso aquellos que compraron antes de la burbuja tecnológica siguen esperando que la entidad se acerque a esos 12 euros de antaño. Pero lo cierto es que de la mano de Botín, la acción de la entidad ha elevado un 420 por ciento su precio desde los 1,48 euros (según el ajuste de FactSet), a los que cotizaba en noviembre de 1986, cuando Botín fue nombrado presidente del banco, hasta los 7,7 euros actuales. Su máximo histórico se sitúa en los 13,98 euros. Aunque a la acción se le resisten esos niveles coronados en 2004, el valor en bolsa del Santander se encuentra a solo un paso de batir un récord. La capitalización de la entidad se quedó ayer en los 92.308 millones de euros, por lo que solo debe avanzar un 6,8 por ciento para superar el que hasta ahora es su techo, los 98.581 millones. De ahí a los 100.000... un paso. Una historia de valor Uno de los mayores reconocimientos a la figura de Emilio Botín es el de ser todo uno pionero en expandir su negocio internacionalmente cuando en España todavía no había calado la palabra globalización. El crecimiento fuera de las fronteras españolas le ha permitido convertirse no solo en la mayor empresa del país, sino ocupar también los primeros puestos entre las cotizadas de la zona euro. Las únicas compañías que superan al banco por capitalización son la cervecera Anheuser-Busch, la petrolera Total y la farmacéutica Sanofi. Su lugar entre la banca occidental también es indiscutible. La entidad defiende el séptimo puesto, por detrás de los gigantes estadounidenses J.P.Morgan, Wells Fargo, HSBC, Citi, Bank of America y del canadiense Royal Bank of Canada. El impulso definitivo para convertirse en un banco del tamaño actual llegó a finales de los 90, gracias a la fusión con Banco Central Hispano (BCH), con la que el grupo se convirtió en la mayor entidad financiera de España. La operación catapultó la capitalización de la entidad por primera vez a los 50.000 millones de euros en el año 2000, cuando a principios de los 90 rondaba los 3.000 millones. Su consolidación en Reino Unido con la compra del grupo británico Abbey, cuatro años más tarde, también significó el inicio de un periodo en el que el Santander realizaría su primer intento de derribar la barrera de los 100.000 millones. Era la época dorada de 2006-2007. Hasta que el banco se topó con la crisis de Lehman y su ramificación al mercado nacional por la crisis del sector inmobiliario. El valor en bolsa de la entidad se desplomó hasta tocar los 32.600 millones a finales de 2008. Aunque la crisis de deuda en la periferia europea golpeó de nuevo con especial intensidad a la banca, la acción ya cotiza en el nivel más alto desde 2009. ¿Por qué existe tanta brecha entre el recorrido del título en bolsa y su capitalización? La respuesta se encuentra en las numerosas ampliaciones de capital que ha realizado el banco, sobre todo en los últimos años. Por un lado, el Santander ha emitido acciones para refinanciar sus grandes operaciones de compra, para crecer al fin y al cabo, y, por otro, se ha visto obligado a crear títulos para canjear o convertir algunas de sus emisiones de deuda en acciones. Si el número de acciones a principios de los 90 era de unos 112 millones, ahora la cifra alcanza los 11.988 millones. En 2008, 2012 y 2013, llegó a lanzar más de 1.000 millones de acciones nuevas. Su fórmula mágica Pero hay más razones detrás de este valor en bolsa. El capital de la entidad también se ha multiplicado cuantiosamente con la fórmula mágica que instauró Botín en el año 2009: el scrip dividend. Esta política de retribución tan popularizada ya entre las cotizadas españolas llegó de la mano del banquero, que encontró la manera idónea de mantener la retribución a sus accionistas en el peor momento de la crisis al mismo tiempo que capitalizaba al banco justo cuando Bruselas exigía al sector mayores ratios de capital. La cuadratura del círculo perfecta. En estos cincos años, el Santander ha ampliado el capital un 36 por ciento solo para remunerar a todos aquellos accionistas que han elegido cobrar el dividendo en títulos. Si bien esos inversores han diluido su participación en la entidad -y en sus beneficios- en ese mismo porcentaje, lo cierto es que Botín supo cómo ir reforzando su capital poco a poco, sin hacer demasiado ruido en el mercado al no recurrir a ninguna macroampliación.