La entidad se resiste a refinanciar 100 millones de deuda que comparte con otras entidadesLa empresa pide una moratoria de dos años y un nuevo crédito de 40 millones para poder operarEl Banco Espírito Santo (BES) se ha quedado atrapado en Acuinova Actividades Piscícolas, la sociedad de Pescanova en Portugal y una de las principales filiales del grupo a nivel internacional. El gigante de la pesca gallega, que cuenta con una gran planta en la localidad de Mira para el cultivo de rodaballo -se estima que puede llegar a tener una capacidad de producción de hasta 30.000 toneladas-, tiene que refinanciar una deuda de 100 millones de euros con la banca portuguesa y necesita además, al menos, otros 40 millones más de liquidez para poder seguir operando. Además del BES, los bancos acreedores son Caixa Geral, BPI y BCP. Hasta ahora, y de forma prácticamente unánime, todos ellos se han negado a reestructurar la deuda, lo que a falta de un posible comprador, podría obligarles en caso de impago a ejecutar la hipoteca y quedarse con los activos. Según publicó La Voz de Galicia el pasado 7 de agosto, la empresa ha pedido a los bancos dos años de moratoria para el pago de esa deuda, pero, de acuerdo con las fuentes consultadas por elEconomista y, aunque todavía no hay una decisión cerrada en firme, la situación parece muy complicada para que las entidades puedan cambiar de opinión. Sobre todo, porque la crisis del BES lo ha complicado todo mucho más. Ante esta negativa, Pescanova ha intentado negociar también como último recurso la venta, pero todos los intentos hasta ahora han sido fallidos, incluido el de la multinacional noruega Stolt Sea Farm, que parecía ser la que tenía mayores opciones. Negocio internacional Pescanova salió el pasado mes de mayo del concurso de acreedores, en el que también estaba atrapado el Banco Espírito Santo con 87 millones de euros, después de que el juez aprobara el convenio, que ha permitido a los grandes acreedores en España -Sabadell, Popular, Bankia, BBVA, Caixabank, Abanca y la italiana UBI Banca- hacerse con el control de la sociedad. Entonces se acordó, sin embargo, que se intentara la reestructuración financiera de cada una de las filiales en el ámbito internacional por separado, abriendo la posibilidad a la venta en el caso de no conseguirlo. Aparte de las sociedades centroamericanas especializadas en el cultivo del langostino, Pescanova tiene dos grandes firmas a nivel internacional que controlan el negocio de las piscifactorías. Una es la chilena, dedicada al cultivo del salmón, y que está en proceso de subasta por el síndico que gestiona su quiebra. La otra es la portuguesa, una de las apuestas millonarias del expresidente de la compañía y antiguo primer accionista, Manuel Fernández Sousa, imputado ahora por presunta falsificación contable ante la Audiencia Nacional. Fernández Sousa inauguró la planta de Mira en 2009 en un acto al que acudió el entonces primer ministro portugués, José Sócrates. El directivo aseguró que se trataba del mayor centro el mundo dedicado a la cría de rodaballo, con una inversión de 140 millones y que la apertura de la instalación, que había intentado abrir antes en Galicia -lo rechazó ante la falta de ayudas- iba a dar empleo directo a 200 personas. Su objetivo era que tan sólo el primer año la planta produjera 7.000 toneladas, pero las cosas no salieron como se esperaba. Y entre 2012 y 2013 ocurrieron dos siniestros que ocasionaron la muerte de miles de peces, con unas pérdidas de 70 millones de euros. Pescanova intentó ocultar estos incidentes en sus cuentas de 2012, que acabaron publicándose con meses de retraso, pese a que había una advertencia incluso de su auditor, BDO, señalando que estaba pendiente aún el cobro del seguro. La junta general de accionistas de Pescanova aprobó el pasado mes de julio las cuentas de 2011, 2012 y 2013, con el 82 por ciento del capital. La sociedad registró en el último ejercicio unas pérdidas de 719 millones y generó un déficit patrimonial de 2.237 millones de euros. Aunque la deuda ya está reestructurada, los gastos financieros de la empresa se han elevado en los dos últimos años a 482 millones de euros, debido al fuerte peso del pasivo. A la espera ahora de lo que pueda ocurrir finalmente con el negocio en Portugal, la empresa da ya por perdida la actividad en Chile, que ha quedado excluida del perímetro de consolidación en las cuentas anuales. Eso ha provocado, de momento, una fuerte reducción del valor de sua activos. A 31 de diciembre de 2012, estos estaban contabilizados en el balance de la multinacional en un total de 2.731 millones de euros, y un año después, al cierre de 2013, su valor se ha reducido a 1.379 millones de euros.