El Gobierno luso articula el rescate a través del Fondo de Resolución para evitar nacionalizar el BESUn viaje de ida y vuelta. La familia Espírito Santo vuelve a perder el control de su buque insignia, el Banco Espírito Santo (BES), apenas 23 años después de recomprarselo al Estado y casi 40 años después su primera nacionalización. La familia se despidió de la entidad financiera por primera vez en 1975 cuando, tras la Revolución de los Claveles, un decreto ley prohibió la banca privada en suelo portugués. Ahora, tras 39 años, la irregularidades, impagos y luchas internas han llevado al complejo imperio de los Espírito Santo a perder de nuevo el control del banco, que ha sido rescatado por el Estado Portugués a través de Fondo de Resolución (Fundo de Resoluçao), que está controlado por el Banco de Portugal. Aunque con dinero público, el Gobierno ha querido lanzar el salvavidas al BES a través del Fondo de Resolución, que técnicamente se dota de fondos de las entidades financieras, para evitar dar la imagen de que se está nacionalizando el banco, una palabra vetada en todos los discursos políticos de Pedro Passos Coelho, que no quiere aparecer directamente en el proceso. El rescate, que según las nuevas leyes europeas, obliga a los accionistas del BES a soportar los costes de la recapitalización perdiendo sus respectivas participaciones sin derecho a compensación, es sólo el último paso de la escalada de tensión y turbulencias que han ido alejando a la saga familiar del negocio bancario en el último mes. La semana pasada, cuando el rescate público empezaba a tomar forma ante la incapacidad de conseguir inversores privados, el Banco de Portugal quitó todos los poderes a la familiar Espirito Santo que a través de su holding radicado en Luxemburgo ostenta el 20 por ciento del BES. Así, el regulador luso acordó "inhibir los derechos de voto inherentes a la participación cualificada que Espírito Santo Financial Group y Espírito Santo Financial Portugal (ambas en concurso de acreedores) tienen en el BES", anunció en un comunicado en el que a su vez suspendía a todos los miembros del consejo de administración y acusaba a los gestores de haber llevado a cabo "actos perjudiciales para los intereses del BES" y a los miembros del órgano de fiscalización de haber "incumplido los deberes de vigilancia". Así, al frente del Banco Espírito Santo, que desde hace un mes está dirigido por Vítor Bento, no va a quedar nadie de la familia. Ricardo Salgado, patriarca de la familia dejó la presidencia a finales de junio por sorpresa cuando los problemas financieros del BES y de su holding eran insostenibles y los impagos se iban sucediendo. Y es que, su salida tras 22 años, se gestó a instancias del Banco de Portugal, después de que el escándalo salpicara a la familia Espirito Santo por las irregularidades encontradas por los auditores en el Espírito Santo International, el grupo financiero que controla el BES. Los incipientes problemas financieros del BES obligaron a la entidad a realizar una ampliación de capital de 1.045 millones que ya supuso una primera pérdida de peso de la familia en el capital del banco: pasaron de tener un 25 por ciento de las acciones a un 20 por ciento. La crisis familiar, las presuntas irregularidades contables y las operaciones entre empresas del grupo para tapar los agujeros y problemas de liquidez, han terminado de dar la puntilla a este grupo que resurgió de sus cenizas en Portugal hace 23 años y que ahora, con una deuda de 7.500 millones de euros, se enfrenta a unos vencimiento de 3.000 millones que no ha podido pagar y le han obligado a declararse en concurso de acreedores. En 1991, once años después de que se reabriera la actividad bancaria en Portugal a la iniciativa privada, Grupo Espírito Santo (GES) recuperó el control del Banco Espirito Santo junto a Caisse Nationale de Crédit Agricole, su histórico aliado con el que rompió en mayo de 2014 tras extinguir el fondo Bespar, a través del que tenían la participación conjunta (Crédit Agricole tiene 15 por ciento del grupo). Después de comprar la entidad financiera al Estado portugués (estuvo nacionalizada unos 16 años), GES volvió a poner al frente de la entidad a las personas que antes de la nacionalización ya ocupaban posiciones en el Consejo de Administración: el comandante Antonio Ricciardi, Mario Mosqueira do Amaral, Ricardo Espírito Santo Silva Salgado, José Manuel Espírito Santo... La familia logró recuperar su banco, cuyo germen fue una casa de cambio fundada por Jose María do Espírito Santo en 1869, gracias a los negocios que hizo fuera de Portugal tras la Revolución del 25 de abril o de los Claveles, que finalmente ha terminado por hundir a la entidad. Tras prohibirse la banca privada, GES, dirigió sus esfuerzos, bajo el liderazgo de Manuel Ricardo Pinheiro Espírito Santo Silva, a reorganizar sus intereses financieros en el extranjero, en especial en Brasil, Suiza, Francia y EEUU. En 1975 se crea Espírito Santo International Holding con Luxemburgo como sede. Es justo este holding, del que cuelgan todos los negocios del grupo (hospitales, hoteles, agricultura), la raíz del problema financiero ya que usaban al Banco Espírito Santo para suscribir emisiones de deuda a corto plazo que luego no eran capaces de pagar. En este punto, el Banco de Portugal ya advirtió en varias ocasiones al BES que redujera su exposición al holding de su principal accionista. El BES informó a mediados de junio que su exposición al grupo del mismo nombre y del que forma parte alcanza los 1.180 millones. Una deuda que en principio no creía que fuera un problema, pero que finalmente le ha llevado a presentar pérdidas de 3.577 millones. Un 'agujero' de 3.577 millones El BES presentó unos número rojos históricos después de lo que los nuevos gestores decidieran constituir una provisión de 1.206 millones frente a eventuales quebrantos por la exposición a empresas del Grupo Espírito Santo. La entidad ajustó al alza, en 400 millones y hasta 1.571,8 millones su riesgo con el holding, vía créditos a sus empresas o deuda corporativa. El saneamiento es con datos aún sin acabar de ajustar y para evitar sustos, ya que cinco empresas del emporio han solicitado el concurso: la cabecera, Espírito Santo International; la filial de inversión Rioforte, el grupo financiero y dos filiales más. Sólo en el segundo trimestre, la entidad asume 3.488 millones en quebrantos por "factores de naturaleza excepcional", relacionados con los apuros del accionista. Sin cargas extraordinarias, la pérdida del semestre se limitaría a 255,4 millones. A su vez, el grupo reconoció que los créditos vencidos hace 90 días aumentó en 223 millones. Las provisiones millonarias han llevado a la entidad financiera a quedarse corta de capital. Los propios gestores reconocer que sus ratio de capital era del 5 por ciento, por debajo del 7 por ciento mínimo fijado por el Banco de Portugal lo que le va a obligar a realizar otra ampliación de capital, la segunda en lo que va de verano.