El grupo galo confía en que nunca prosperará una fusión de los gigantes nórdicos madrid. France Télécom tiene motivos para confiar en sus posibilidades de éxito de su oferta pública de adquisición (opa) sobre TeliaSonera. Las sombras y las dificultades forman parte del camino, según piensan en la multinacional francesa, que ahora no se arredra por su reciente caída en bolsa, que se desplomó más del 20 por ciento desde que trascendió su interés por la escandinava. El gigante galo tampoco tuerce el brazo pese al rechazo de la operadora sueco-finlandesa a la oferta de 26.300 millones de euros, importe que en Suecia se considera poco menos que un insulto. Porque las desgracias nunca vienen solas, France Télécom tiene ahora que dedicar parte de su atención a los sospechosos movimientos que presuntamente se producen en Telenor, operadora noruega que no quiere tener de vecino a la compañía que preside Didier Lombard. Ante esta amenaza en ciernes, el grupo francés de telecomunicaciones está preparando su artillería diplomática para laminar cualquier intento de Telenor por lanzar una contraopa sobre TeliaSonera. Los estrategas de France Télécom consideran que una posible fusión entre la operadora sueca y la noruega fracasaría por los obstáculos reguladores, además de por cuestiones políticas y por una reacción contraria de los sindicatos ante la oleada de despidos que podría producirse. Además, de confirmarse la entrada de Telenor en la puja por TeliaSonera, convertiría la operación en una cuestión de estado que salpicaría a cuatro gobiernos: francés, sueco, finlandés y noruego. Telenor tiene una participación del Estado noruego del 54 por ciento, Francia participa con el 27,3 por ciento de France Télécom, mientras que Suecia y Finlandia participan con el 45 y el 13,7 por ciento, respectivamente, en sus antiguo monopolios de las telecomunicaciones. Según apunta la prensa británica, los asesores de France Télécom aseguran que TeliaSonera y Telenor se solaparían en países como Noruega, Suecia, Dinamarca y Rusia. Por lo anterior, las mismas fuentes apuntan la posibilidad de que los reguladores de la competencia obligaran al grupo resultante a vender parte de sus activos.