La farmacéutica británica AstraZeneca perdió ayer casi un 11 por ciento de su valor en la bolsa de Londres tras anunciar su tercera negativa a la oferta de compra de Pfizer. El descenso supone la mayor caída de la farmacéutica en los últimos 16 años. La americana había subido su oferta el domingo un 15 por ciento, llegando hasta los 85.000 millones de euros. El descenso de las acciones de AstraZeneca refleja, según la opinión de los inversores, que Pfizer se retira definitivamente de la operación en lugar de hacer un nuevo intento. Tendría de límite hasta el 26 de mayo, según la ley de adquisiciones del Reino Unido. La otra opción es presentar una opa hostil, algo que rechazó ayer el consejero delegado de Pfizer, Ian Read. El caso es que la que iba a ser la mayor operación farmacéutica de la historia parece, ahora sí, abocada al fracaso. Y, en el fondo, por muchas presiones que haya recibido AstraZeneca para no aceptar la oferta, la cuestión ha sido económica y de apenas un 10 por ciento de diferencia. Eso al menos aseguró ayer el presidente de la británica. Leif Johansson afirmó que había "dejado claro" en discusiones con Pfizer que su Junta sólo podía recomendar una oferta que fuera "al menos un 10 por ciento superior". O AstraZeneca pide en efecto un poco más -ese poco son casi 10.000 millones- o se trata de un brindis al sol y efectivamente las presiones del gobierno conservador de David Cameron han tenido su efecto y han podido las razones de Estado sobre el interés de los accionistas. Parece claro que la oferta para los inversores en AstraZeneca es bastante ventajosa, pero las dudas sobre los posibles despidos en Reino Unido han pesado demasiado en la operación. Uno de los accionistas de la británica, el fondo Jupiter Fund Management, mostró ayer su malestar por el fin de la operación: "Estamos decepcionados de que el comité de AstraZeneca haya rechazado la última oferta de Pfizer en forma tan categórica. Y es que la oferta del domingo representa una prima del 45 por ciento sobre el precio de las acciones antes del interés. El Estado tiene razones que los mercados no entienden.