Didier Fernand Debrosse sustituye en la presidencia al español Carlos de Jaureguizarmadrid. Cambios en la filial española de Heineken. El grupo holandés, propietario de marcas como El Águila y Cruzcampo, ha sustituido al español Carlos de Jaureguizar como presidente del Consejo de Administración de la compañía, nombrando en su lugar al francés Didier Fernand Debrosse, que trabajaba hasta ahora en la matriz.Aunque Jaureguizar mantiene sus poderes ejecutivos como presidente y consejero delegado de la empresa, pierde el control tanto del consejo como de la junta de accionistas y, a partir de ahora, no será ya el máximo responsable de la firma. Heineken cree que se trata de una estructura más acorde con el buen gobierno corporativo, similar, además, a la tiene ya en otros países.El beneficio neto de la mayor cervecera española cayó el año pasado un 15,6 por ciento, hasta 20,5 millones de euros, como consecuencia del plan de ajuste que está realizando para reducir su plantilla y que le ha supuesto este año un coste extraordinario de 69,4 millones de euros. El proyecto obedece al traslado a una nueva planta en Sevilla de la producción que concentraba hasta ahora en las dos antiguas fábricas de Madrid y Valencia. Aunque estas dos plantas fueron vendidas, seguían trabajando para la compañía.Venta de la planta sevillanaLa compañía holandesa, que invertirá en sus nuevas instalaciones sevillanas 350 millones de euros, acaba de vender la antigua planta de Cruzcampo a la inmobiliaria vasca Urvasco, que construirá ahora 1.262 viviendas en la capital andaluza, un 43 por ciento de ellas protegidas. Para Heineken, la operación es redonda porque logra unas plusvalías de 297 millones de euros. De hecho, sino hubiera sido por los costes de la reestructuración hubiera obtenido un beneficio récord gracias a estos ingresos extraordinarios. Heineken España incrementó sus ventas un 6,4 por ciento en 2005, hasta 1.055 millones de euros. La filial obtuvo además un préstamo de 600 millones de euros por parte de su matriz para hacer frente de forma anticipada a los 450 millones que tenía todavía pendientes de los créditos que firmó para la compra de la compañía andaluza Cruzcampo.