madrid. Tal día como hoy, pero cinco años atrás, el fax del entonces BSCH distribuía una inesperada nota con la renuncia de José María Amusátegui. En pleno puente de agosto y con el mundo económico y financiero de vacaciones, el banco ponía fin con siete meses de antelación a una copresidencia desgastada por una división interna que tiempo atrás afloró entre los ex-santanderes y ex-bch. Pasado un lustro, el entonces BSCH internacional y multimarca es hoy un Santander global e integrado. De ser el primero en España y Latinoamérica ha dado el salto al noveno banco mundial, con planes para ir a Asia y satisfecho de regresar a Estados Unidos.Pero el tiempo de mando único de Emilio Botín ha sido de todo menos calmado. Siete meses después de finalizar la copresidencia, el número dos, Ángel Corcóstegui, dejaba el cargo. De forma ejemplar, porque dimitió al día siguiente de rendir las cuentas de 2001 en una junta en la que nada hacía presagiar su salida. Aunque las millonarias jubilaciones que recibieron Corcóstegui y Amusátegui han sido el mayor quebradero de cabeza de sus cinco años para un Botín que tuvo que sentarse en el banquillo, pese a que la Audiencia Nacional falló la absolución de los tres imputados. Con tales vacantes, el grupo acometió una profunda reorganización directiva que ha seguido casi invariable, lo que ha vuelto a alimentar especulaciones de movimientos regeneracionales. Y es que, en febrero de 2002, Botín tiró de Alfredo Sáenz para llevar el día a día del grupo (él, a su vez, lo haría de varios colaboradores) y Ana Patricia Botín regresó al grupo Santander como presidenta de Banesto. Desde esa fecha, la mayoría de movimientos en la cúpula respondieron a necesidades organizativas, como el destacamento del recientemente fallecido Francisco Gómez Roldán en el británico Abbey. Son las grandes inversiones financieras, desinversiones industriales y los avances de gobierno corporativo los que jalonan los últimos cinco años del banco. El Santander vale hoy en bolsa más de 73.000 millones de euros y casi ha triplicado su número de accionistas. El gran salto llegó en 2004 con una complicada compra de Abbey, a punto de malograrse en innumerables ocasiones ante las reticencias nacionalistas británicas. No perdió el apetito ni cundió el desánimo inversor. Y el pasado junio completaba la vuelta a EEUU por la puerta de Sovereign, tras sortear siete meses de obstáculos sembrados por accionistas contrarios a la operación. Y de forma callada, un grupo que todavía aboga por compras aunque "selectivas", se forjó banco a banco la primera financiera de consumo de Europa. Su último bocado: una entidad rusa, de la que aún se desconoce el nombre. En el camino quedó casi toda la red de alianzas tejida con cinco entidades europeas. La compra de Abbey le obligó a salir de Royal Bank of Scotland por la imposibilidad de estar en dos bancos rivales. Jugosas plusvalías, que unidas a las desinversiones en los también socios Commerzbank y Société Générale, ayudaron a financiar las nuevas incursiones y ajustes de plantilla. De aquella estrella de cinco puntas -el banco cántabro, el británico, alemán y francés- sólo queda San Paolo IMI, donde el Santander tiene interés en reforzarse cuando venza el pacto accionarial la próxima primavera. Pero no han sido la única fuente de ingresos. El cántabro ha deshecho en este paréntesis de tiempo una cartera industrial heredada en su mayoría del antiguo BCH. Dragados, Vallehermoso, Vodafone, Auna, Unión Fenosa.., y en parrilla de salida: Antena 3 y Cepsa, tras el polémico litigio con la gala Total, resuelto hace días.El Consejo de Administración pasó de 25 vocales a 18, con alguna salida sorpresiva como la del ex presidente de Bankinter y hermano de Emilio Botín, Jaime, y la de su hijo Emilio. Entre junta y junta suprimió blindajes antiopas y adoptó otras recomendaciones en buen gobierno. Lo que no impone es una edad de jubilación. El banquero, que ronda los 72 años, no cree en una edad para el retiro del "talento".Si en Europa es la fase de posicionamiento real con un Abbey que aporta ya el 15 por ciento del resultado, en España selló la integración de redes. Funcionar como un banco único se había decidido a principios de 2001, tras advertir que poner a competir a las oficinas del Santander y del BCH se pagaba caro: perdía cuota de mercado. La ardiente llama roja y blanca del histórico banco cántabro ha ganado también en el pulso de imagen al tricolor del BCH. Será el logo único del grupo en todo el mundo en 2007.