Empezó de barman y hoy dirige algunos de los hoteles más exclusivos de España"Quiero que llenen mi bañera de champán", fue la sorprendente petición que un cliente del Palace de Madrid hizo a las tres de la madrugada al servicio de habitaciones del hotel. Sin embargo, a Franck de Weerdt, director por aquel entonces del hotel, no parecen sorprenderle demasiado esta y otras excentricidades de algunos de los clientes vip con los que se ha codeado como gestor de hoteles de súper lujo. Son gajes del oficio: "Es parte del servicio, debemos estar preparados a cualquier hora del día y de la noche para servir a nuestros clientes". Por supuesto, la bañera se llenó de champán. Y es que, según explica de Weerdt, ofrecer este tipo de servicios extraordinarios, aunque se trate de caprichos, es lo que marca la diferencia entre un hotel de gran lujo y otro normal. Si alguien sabe de hoteles de lujo, ese es Franck de Weerdt. Francés, de 39 años, este diplomado en dirección de hoteles por la Escuela Hostelera de Capbreton, en Francia, y en dirección general por el Insead, ha tomado en los últimos años las riendas de algunos de los hoteles con más solera de España. Comenzó su andadura profesional en este país en 1999 como director del Palace, de Madrid, y siguió como director general del María Cristina de San Sebastián, el Sheraton de Bilbao y Marqués de Riscal en Elciego, Álava, establecimientos de cinco estrellas gran lujo de la cadena estadounidense Starwood. Hace cuatro meses, de Weerdt aterrizó en Valencia, donde dirige el alumbramiento del Westin Valencia, también de máxima categoría, y que se inaugurará mañana. ¿Y cuáles son las claves en la gestión de este tipo de hoteles? Lo más importante es buscar la satisfacción del cliente y de los empleados, asegura De Weerdt. "Es vital anticiparse a las expectativas de los clientes y asegurar la calidad del servicio. También trabajo mucho el equipo humano: los empleados tienen que estar ilusionados y motivados". Motivación e ilusión es lo que le sobra a este hombre apasionado de su trabajo, al que dedica muchas horas y prácticamente todos los días, festivos incluidos. El poco tiempo libre lo dedica a sus otras pasiones, a su mujer y sus dos hijos.Se curtió en el negocio hotelero empezando desde abajo. Su primer trabajo fue el de barman en un hotel de Ginebra, en Suiza. Y, como tantos otros gestores que se han hecho a sí mismos, ha convertido esta circunstancia en una ventaja: "Me permite entenderme mejor con mis empleados. Cuando hablo con un camarero de su trabajo, sé bien lo que le estoy diciendo".Su nueva meta es elevar el Westin Valencia a lo más alto del podium hotelero de la ciudad. El hotel, cuyas obras se han ultimado a toda velocidad, se ubica en el solar que ocupaba antes una vieja fábrica de lanas cerca del centro histórico de Valencia. El establecimiento conserva la fachada modernista original y cuenta con 136 habitaciones. Entre ellas destaca la suite real, de 178 metros cuadrados, que costará entre 2.000 y 8.000 euros la noche, dependiendo de la época. Todas las habitaciones incluyen la exclusiva cama celestial. Se trata de una amplia cama, de dos por dos metros, llena de almohadones, colchones y edredones elaborados con la última tecnología. El nombre invita a probarla.