Por definición, el precio o la prima de un seguro se fija en función de la probabilidad de ocurrencia de un siniestro y su coste medio. Si la crisis redujo las incidencias a cotas impensables, con la recuperación se observan los primeros indicios de cambio. La siniestralidad repuntó ya en el último trimestre de 2013 -el ratio se desliza del 77,2 al 77,6 por ciento en el último trienio-. La probabilidad de ocurrencia sube con la intensidad del tráfico. En 2013, los conductores sufrieron un 3,95 por ciento menos de colisiones leves, según Unespa, en gran medida por la restricción del uso del vehículo para ahorrar como lo prueba la caída del 15 por ciento en el consumo de carburantes. Se produjeron 1,7 millones de accidente leves (70.392 menos). La cifra de fallecidos es inferior a la de 1960, cuando se contabilizaron 1.300 muertos, si bien circulaba un millón de coches frente a los 28,6 millones hoy asegurados. Pero todo se mueve. Las matriculaciones de automóviles subieron un 3,3 por ciento el año pasado -722.703 unidades-, primer repunte desde 2007, propulsado por un avance del 18,2 por ciento en diciembre. Dista, en todo caso, de los 1,6 millones que se vendían seis años atrás. El consumo del combustible está subiendo y también el tráfico. Si no se corrige la guerra, el sector sufrirá el cambio con peores resultados operativos.