La calificadora cree que el Gobierno relajará el ritmo de las reformas por las eleccionesFitch vuelve a poner a la economía española bajo la lupa y, de nuevo, son las dificultades para equilibrar las cuentas del sector público lo que más preocupa a la agencia calificadora. En particular la deuda del conjunto de las Administraciones no va a dejar de crecer en los próximos años, de manera que entre 2015 y 2016 será equivalente al 103,1 por ciento del PIB, según puso de manifiesto Fitch en un informe publicado ayer. El motor que impulsa el endeudamiento es el déficit público, el cual todavía no ha encontrado su tope. Es cierto que la calificadora prevé que los números rojos terminen este año en el 7 por ciento del PIB, es decir, "ligeramente por encima del objetivo establecido por Bruselas, del 6,5 por ciento, pero en línea con él". Ahora bien, con independencia de lo que ocurra este año, lo peliagudo estriba en que "España presenta un déficit estructural que aún necesitará varios años más para desaparecer". Además, esa tarea puede verse complicada todavía en mayor medida, según el informe, debido a que "España seguirá siendo sensible a los shocks económicos". Por otro lado, Fitch se teme que en el Gobierno "el ritmo de las reformas tenderá a relajarse en 2014 y 2015, debido a que las presiones en los mercados exteriores se han suavizado y a que 2015 es año electoral". Aún muy lejos de Maastricht ¿El resultado de todo ello?: en el ejercicio en el que habrá comicios generales, autonómicos y municipales, el mismo en el que la deuda pública ya habrá superado el 100 por ciento del PIB, el déficit público equivaldrá al 4,7 por ciento de la producción total; es decir, todavía marcadamente por encima del tope del 3 por ciento que prescribe el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea. Pese a lo sombrío del panorama de las cuentas públicas españolas, Fitch se ratifica en lo que dictaminó hace dos semanas y considera que España merece conservar su calificación actual, esto es, triple B con perspectiva estable. No hay que perder de vista que esa nota "está por debajo de la que muestran las demás economías avanzadas", pero también existen fortalezas que harían injusto un nuevo descenso en la calificación. Entre ellas Fitch pone de manifiesto el sector exterior; hasta el punto de que la calificadora da por hecho que habrá superávit en la balanza por cuenta corriente este año y ese buen resultado todavía se mantendrá "en el medio plazo". En el haber de España, Fitch también sitúa el hecho de que "el riesgo de que el sector financiero vuelva a necesitar ayudas públicas de las dimensiones hasta ahora requeridas es bajo".