H an desaparecido nuestras cajas de ahorro engullidas por el maremoto inmobiliario y por la mala gestión de sus directivos. Han desaparecido otros bancos por similares razones. No ha quebrado ninguna entidad y sus deudas han sido satisfechas por las instituciones europeas que han obligado a nuestro Gobierno a devolverlas. De momento, llevamos gastados 70 mil millones de euros en la banca y el problema continúa. La banca no presta dinero porque no puede, porque no tiene liquidez. Con un porcentaje de impagados superior al 11 por ciento y la necesidad de renovar préstamos antiguos a sociedades que nunca podrán devolverlos, no le sobra un euro para conceder créditos a nuestras empresas. Solamente con los beneficios que generan nuestras empresas no iniciaremos una recuperación visible a corto plazo. Nos podrán decir que existen indicadores fiables que detectan mejorías, pero no cambiará nuestra precaria economía hasta que la banca posea dinero para ponerlo en el mercado a través de las empresas o a través de los particulares para que puedan unas puedan incrementar sus inversiones y los otros su nivel de consumo. Es cierto que existen empresas que generan beneficios, sobre todo a través de la exportación, pero es tan inmensa nuestra deuda, es tan inmenso el agujero inmobiliario que se encuentra en manos de la banca contabilizado a unos precios fuera de mercado, que el dinero que pueden generar estas loables empresas es calderilla para el problema que tenemos. Sí es cierto que recientemente aparecen inversores extranjeros en España, pero son aquellos que detectan que nuestra economía quizás no se deteriore más y es un buen momento para encontrar oportunidades a precios de saldo. Pero esto no significa que nuestra economía real mejore a corto plazo. Estas inversiones de fuera, buenas son ya que aparece dinero fresco que nos conviene, pero el precio que pagan por sus compras pone en evidencia las enormes pérdidas de los bancos que financiaban o ya eran propietarios de estos inmuebles que los adquirieron a más del doble del precio al que hoy se los compran. Todo este dinero que han perdido los bancos deben recuperarlo con su gestión del día a día. Será un proceso lento que augura una situación estable en la penuria.