Los germanos votan más euro y castigan a los liberales por su escepticismo sobre los rescatesLa aplastante victoria de la canciller aleja el proyecto de Unión Bancaria y los eurobonosLo decían los expertos durante toda la campaña: el magnetismo y la capacidad de liderazgo de esta mujer han conseguido atraer los apoyos de muchos más alemanes de los que las simples siglas de su partido hubiera sumado sin ella. Y lo ha hecho sin dejar lugar a dudas, con más del 41 por ciento de los votos (al cierre de esta edición), unos resultados que ella misma calificó anoche de "extraordinarios", desconocidos para su partido desde los años 90, y que suponen un respaldo masivo a las políticas de austeridad que Berlín ha impuesto a la Unión Europea desde el inicio de la crisis. De igual manera, Merkel se ve ahora todavía más legitimada para mantener en Bruselas su posición totalmente contraria a la emisión de eurobonos y para marcar sus tiempos (interesadamente lentos) al desarrollo de una unión bancaria en la zona del euro. No en vano en un sistema electoral donde no es fácil conseguir grandes mayorías, la actual canciller rozaba anoche la mayoría absoluta. En cualquier caso, lo que al principio de la contienda electoral se planteó como una carrera con dos posibles ganadores, muy pronto se supo para quién sería la primera plaza, y para quién la segunda. Lo que nadie esperaba es que la ganadora venciera por goleada, y es que parece que tanto la política interna como la actuación exterior de Merkel han convencido a muchos, quienes le han confiado de nuevo las riendas del país. Sin embargo, esto no le evitará acompañarse de otro partido para compartir las responsabilidades de Gobierno y fortalecer el peso del Ejecutivo en el Bundestag. Y todo indica que, de ser preciso, no hay otra opción que los socialdemócratas, reeditando lo que los alemanes llaman La Gran Coalición, puesto que, confirmándose los peores pronósticos para el FDP, los liberales no consiguieron anoche el 5 por ciento de los votos que les permitirían permanecer en el Bundestag. Habrá que ver entonces cómo se desarrolla ese más que posible pacto de Gran Coalición, después de que varios líderes socialdemócratas no se cansaron de repetir también anoche que no dan ninguna posibilidad al tripartito de izquierdas con Die Linke. El peso que puedan conseguir en el Ejecutivo de Merkel los socialdemócratas viene condicionado sin duda por ser el socio minoritario, y por lo tanto con acceder un poder limitado. Eso sí, la aritmética permitirá siempre que planee el fantasma de recurrir a la mayoría que conformaría el tripartito de izquierdas, algo que le podría brindar una pequeña situación de fuerza ante la canciller. En caso que se confirme el pacto con los democristianos, quedan sin embargo varios interrogantes abiertos, en especial, quién lideraría esta supuesta participación del centro izquierda en el Ejecutivo. Steinbrück no se cansó de repetir durante la campaña su rechazo a una unión de estas características, por lo que se da por hecho que en ningún caso será él el el número dos de la canciller si se realiza finalmente la Gran Coalición. Viejos conocidos Este pacto ya tiene sin embargo precedentes históricos, y no hace falta remontarse muy atrás en el tiempo. Fue entre los años 2005 y 2009, precisamente con unos protagonistas que se han vuelto a ver las caras en esta campaña electoral, aunque en esta ocasión luchando en bandos distintos. Bajo las ordenes de la democristiana Angela Merkel, el socialdemócrata Peer Steinbrück lideró el Ministerio de Finanzas. A pesar del relativo éxito del experimento, y del buen recuerdo que dejó entre la población alemana, también es verdad que es una opción en principio no deseada por ninguno de los socios, puesto que ambos se tendrían que ver obligados a renunciar a más contenido programático del que quisieran. Entre los expertos se considera una buena opción, aunque también se comenta entre círculos empresariales que las grandes coaliciones tienen serias dificultades a la hora de tomar decisiones importantes y llevar a cabo reformas decisivas. Muchos expertos vaticinan que Merkel va a relajar de ahora en adelante en mayor o menor medida sus exigencias ante los países del sur. Si bien en su campaña no se ha cansado de repetir en relación a este tema la importancia del binomio solidaridad-responsabilidad, todo hace pensar que sin la presión de la proximidad de las elecciones Merkel apostará por dar aliento a los países en crisis para que puedan recuperarse. Es algo que podría argumentar alegando lo que ya ha considerado varias veces "buenos resultados" de las reformas llevadas a cabo hasta el momento. Los socialdemócratas apenas hablaron durante la campaña de Europa, pero no es raro pensar que darían un empujón a Merkel para que suavice su discurso de la austeridad, ayudando a apostar también por los apoyos al fomento del crecimiento en los países del sur. Habrá que ver sin embargo hasta qué punto (si finalmente entraran en el gobierno) los socialdemócratas pueden hacer realidad algunas de sus propuestas electorales más osadas en materia financiera, como el impuesto a la bolsa y a los dividendos o el mayor control de los bancos por parte de la Administración. El FDP ya no es la bisagra Volviendo a la pasada noche electoral, no por vaticinado por varios sondeos y proyecciones, la noticia es menos sorprendente. Los liberales alemanes, tradicionalmente un partido bisagra que ha participado en 17 de los 22 gobiernos del país desde el fin de la segunda Guerra Mundial, no obtuvieron respaldo suficiente por parte de los electores para superar la deseada barrera del 5 por ciento, necesaria para entrar en el Bundestag. En sus pésimos resultados suenan los ecos de un mensaje contrario a los rescates de los países en apuros, y al proyecto europeo en general, que nadie se ha creído. De hecho, todo parece indicar que han sufrido una importante fuga de votos hacia el nuevo partido euroescéptico Alternativa para Alemania, una formación recién creada y que proponía la salida del euro y que y que también se quedó por poco fuera del Bundestag, con un 4,9 por ciento de los votos. Otra razón que se argumenta entre los círculos del FDP para explicar esta debacle es sin duda lo cara que les ha salido la alianza con Merkel de los últimos cuatro años. Eclipsados por el enorme carisma de la canciller, les ha costado no sólo marcar perfil sino también cumplir alguna de sus promesas electorales de hace cuatro años, algo que aparentemente sus votantes no les han perdonado y lo han demostrado en las urnas.