Una ocasión inimaginable para el amante de los vinos nacionales: la cata definitiva de las 524 mejores botellas de la 'Guía Peñín', junto a su autor y ¡en un mismo día! Por Federico Oldenburg Es un día de suerte. Tengo sobre la mesa, descorchadas y a buena temperatura, las 524 botellas de vino español mejor valoradas por la crítica. O mejor dicho, por el crítico. Porque hablamos de José Peñín y de los vinos que ha calificado por encima de los 90 puntos en su Biblia particular, la Guía Peñín de los Mejores Vinos de España, que cada año consagra a un puñado de enólogos, hunde a otros y amarga la vida a ricos bodegueros.La edición de 2006 (la decimosexta desde que se inauguró la saga) es un volumen de 1.400 páginas, 12.000 referencias y 7.000 catas. Un enorme catálogo crítico del vino nacional que se traduce al alemán y al inglés, y que la fauna vinófila tiene como referencia obligada. Quienes lo desconozcan, deberán saber que, para la pituitaria de Peñín, un vino de 50 a 59 puntos es "no recomendable"; de 60-69, "defectuoso"; de 70-79, "correcto, aunque sin virtudes"; de 80-89, "un vino bueno, interesante"; de 90 a 94, "excelente"; y de 95 a 100, "excepcional"."Excepcionales"El momento tan maravilloso que me ha tocado vivir -la cata de los "excelentes" y los "excepcionales"- acontece porque Peñín es un catador meticuloso que no se conforma con la primera impresión. "A veces, una botella del mismo vino y la misma añada se parecen", afirma. De modo que todos los vinos que cata en el año y alcanzan los 90 puntos son recatados el día señalado.Sí, señores: allí estaban los Vega Sicilia, el carísimo Pingus (más de 700 euros la botella), los riojas Aurus Contador y Calvario, los tremendos prioratos -Dofi, L'Ermita, Vall Llach…- y un servidor, copa en mano, tras la estela de Peñín en un bosque de 524 botellas. El trabajo resulta hercúleo: se empieza antes de la diez de la mañana y se acaba quién sabe cuando. "La tendencia -dice Peñín para explicar esta superpoblación botellera- es que cada vez hay más vino español de nivel medio-alto, pero los excepcionales siguen siendo pocos. Así, la guía que estoy preparando, la del 2007, tendrá 127 referencias más por encima de los 90 puntos, pero si en el 2006 había 25 vinos que superaban los 95 puntos, este año hay sólo 18". Es decir, mucho vino bueno pero poco sobresaliente.Durante la mañana intento seguir el ritmo frenético de Peñín: ahora percibimos la profundidad aromática de éste, luego el exceso de madera de aquel, después comparamos esos dos ruedas… También hay que llevarse el vino a la boca, aunque jamás tragarlo, porque si no acabaríamos la jornada puntuado la dureza de los adoquines. Además, Peñín es capaz de volver hasta seis veces sobre el mismo vino, para comprobar el efecto que ejerce el tiempo de oxigenación y los cambios de temperatura: a medida que avanza el día, y pese a estar en una habitación climatizada, la temperatura en la copa puede diferir hasta en tres grados.Vinos de JerezDe los 18 vinos "excepcionales", 7 son generosos o dulces, que no se recatan porque suelen ser antiguos vinos de Jerez: debido a su alta oxidación y generosa azúcar tienen buena estabilidad. Se premian el Pedro Ximénez Alvear 1830 y Santa Ana (98 puntos cada uno, en el podio de la guía), el oloroso Sibarita (96, un punto más que en la edición anterior) y el canario Carballo, un dulce de malvasía de Las Palmas que ha batido récords; de 88 a 97 puntos desde el año pasado.El primer tramo de la cata se dedica a los blancos, ninguno de los cuales supera los 93 puntos. Obtienen esa calificación el Chivite Colección 125 2004, de Navarra; el As Sortes 2004, de Valdeorras, y el riojano Qué bonito cacareaba 2004 (no es broma, antes se denominaba Gallocanta).El momento clave de esta recata acontece al final de la mañana, cuando se enfrentan los tintos, estrellas de la Guía Peñín 2007. El Pingus 2004, caballo ganador, y no sólo por su precio, triunfa con 97 puntos, aunque su padre, el danés Peter Sisseck, releerá con nostalgia la guía de 2006: alcanzó los 99, a un paso de la perfección. Le siguen los dos Vega Sicilia: el Reserva Especial, el más clásico, producto de un assemblage de distintas añadas, y el Único 1996, que llegan hasta los 96 puntos. Los mismos que los riojanos El Pisón 2004 (Artadi), Contador 2003 (Benjamín Romeo) y dos de Miguel Ángel de Gregorio: Calvario 2004 y Aurus 2001. Con 95, otro riojano famoso, Dalmau 2001, del Marqués de Murrieta, y uno ignoto, La Nieta 2004, de los hermanos Eguren; la única novedad del año entre los "excepcionales".