Europa quiere fijar un esquema a final de año, pero requiere otro memorándumLa reunión de ministros de Economía y Finanzas de la zona euro ayer en Vilna puso de relieve un nuevo pulso entre España y Bruselas, esta vez, respecto a la ampliación del rescate financiero a la banca más allá de diciembre. El ministro español de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, a quien le tocó desmentir que España no cumplirá su objetivo de déficit para este año -6,5 por ciento-, insistió en que el rescate expira y no es necesario mantener abierta la línea de crédito. Sin embargo, la Comisión Europea considera que sería mejor establecer "algún tipo de acompañamiento" tras el final del programa por si surgen nuevas necesidades de capital en los próximos test de estrés de 2014 y para insuflar confianza a los mercados. El problema es que esa operación requeriría la firma de un nuevo memorándum, y por ende nuevas condiciones, que el Gobierno no quiere ni cree necesario, pues en su opinión ha conseguido recuperar condiciones adecuadas de financiación. Este compromiso político es el escollo, pues desde el punto de vista económico no hay impedimento, ya que España sólo ha utilizado 41.000 millones de euros de los 100.000 millones que puso a su disposición el Eurogrupo el año pasado para sanear sus bancos y cajas. Según explicó De Guindos, "lo único que se hará es que España entrará en un entorno que es el de la legalidad y la legislación que se aplica a los países que dejan atrás sus programas". Madrid acepta por tanto lo pactado, que establece que la UE mantendrá la vigilancia hasta que se haya devuelto el 75 por ciento del préstamo, pero no quiere ir más allá. Estas negociaciones se producen en vísperas de la llegada -el próximo lunes- de la troika a España para analizar de nuevo la situación del sector financiero y en pleno punto de inflexión de la economía de la zona euro, lo que permite hablar de recuperación, pero no lanzar las campanas al vuelo. Ésa fue la conclusión de los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro. Las palabras del pasado jueves del presidente del BCE, Mario Draghi, en las que advertía de que la recuperación está "muy, muy verde" han calado hondo entre el resto de sus colegas europeos y todos coincidieron en enviar un mensaje de cautela. "Ciertamente no es el momento de gritar que la crisis está resuelta. Eso es claramente prematuro", manifestó el vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, después de participar en la reunión en la que se analizó la situación económica. "Veo que hay riesgos en esta recuperación, como la complacencia en las políticas y en términos de reformas. La complacencia es un lujo que simplemente no podemos permitirnos", aseguró. Sin fluir el crédito Un ejemplo claro de que los problemas no se han superado es el desempleo, que se mantiene en niveles dramáticos en algunos países del sur de Europa como España y que el crédito no fluye suficientemente a hogares y empresas. "Por tanto, se debe hacer mucho más para eliminar el cuello de botella" que impide el crecimiento de la economía, "que está todavía lastrándolos", afirmó Rehn. En la misma línea se mostró el representante alemán en el directorio del Banco Central Europeo (BCE), Jorg Asmussen, para quien "los brotes verdes no son una gran fiesta".