La empresa mantenía la garantía de cumplir siempre sus vaticiniosLa buena estrella de Ryanair continúa titilando y, por primera vez en décadas, podría no cumplir con las previsiones de beneficios. La propia compañía lo reconoció ayer en un comunicado que provocó un terremoto bursátil que tuvo sus acciones como epicentro: cayeron hasta un 15 por ciento; pero las demás aerolíneas, incluyendo IAG, propietaria de Iberia, sufrieron las consecuencias de la reacción en cadena. No en vano, los males de la irlandesa afectan al mercado de la aviación en su conjunto, ya que a las débiles condiciones económicas en Europa se suma el imparable aumento de los carburantes y la necesidad de renovar flotas. El problema de Ryanair es que su dependencia de las plazas del continente es mayor. La vulnerabilidad financiera de sus destinos de referencia ha dejado notables brechas en las reservas para septiembre, octubre y noviembre. Los objetivos de beneficios para este año mostraban una horquilla de entre 570 y 600 millones de euros. La reciente evolución, sin embargo, amenaza con dejar el tramo algo más bajo, y sólo en el mejor de los casos. El reconocimiento por parte de la empresa ha causado una incómoda inquietud, puesto que, hasta el pasado julio, Ryanair garantizaba las previsiones, y una encuesta situaba los beneficios en 643 millones de euros. Este cambio de estrategia de sus rivales ha tenido también su impacto sobre las reservas de Ryanair, que ha prometido reaccionar con una agresiva campaña de tarifas. Entre las novedades figura una oferta de 17,5 euros por trayectos de ida en hasta mil rutas. En verano la presentó en 600. Asimismo, prevé dejar en tierra entre 70 y 80 aviones, frente a los 50 inicialmente planteados, para reducir el tráfico en invierno. Si el objetivo era alcanzar los 81,5 millones de pasajeros en total, ahora lo dejará en apenas medio millón menos.