Concentra casi 8.000 de los 19.930 cierres en la UE y el 20% de los despidosEl profundo ajuste en sucursales y plantillas ejecutado por la banca española, sobre todo de la mano de las antiguas cajas, coloca al sector en lo más alto del podium de recortes de la industria europea. Hasta 2012 y desde que la crisis se afincó en 2008 en el sector con inusitada virulencia, la banca europea ha clausurado 19.931 sucursales o el equivalente al 8,39 por ciento de las que poseía, siendo 7.923 de ellas, o el 39,75 por ciento, de factura española. La tendencia a aligerar estructuras es casi universal para compensar, por la vía del ahorro de costes, una severa pérdida de ingresos que, junto a la corrosiva morosidad, deteriora a pasos agigantados su rentabilidad. Tras la poda quedan 217.716 establecimientos en el contintente o uno por cada 2.300 habitantes, según datos del Banco Central Europeo (BCE) recogidos por Reuters y Europa Press. Un efecto pernicioso del repliegue son las decenas de miles de empleos destruidos durante el proceso. El número mengua en el continente un 6,82 por ciento en el lustro, hasta 3,03 millones de trabajadores. Las entidades han prescindido de 222.267 empleos y, de nuevo, España se significa con el 18,98 por ciento del ajuste, aún cuando nuestra banca representa un escaso 8 por ciento de la europea. El tijeretazo nacional en plantillas alcanza el 15,26 por ciento. Se han perdido 42.205 puestos de trabajo de los 276.497 con que contaba el sector en su punto álgido de expansión en 2008. En su mayoría se pactaron al inicio de la crisis, como parte del proceso de racionalización de estructuras y para evitar las duplicidades causadas con las primeras fusiones entre cajas, en forma de costosas prejubilaciones, difíciles de repetir ahora, aun cuando el proceso de eficiencia de estructuras sigue inconcluso. Un 15% menos de empleos Los bancos de casi todos los países han echado el cierre a sucursales y ajustado empleos en un intento de ahorrar dinero. Sin embargo, el esfuerzo va por mercados. Los más severos afectan a países de Europa del Este, como Lituania, Letonia, Rumanía, Estonia o Bulgaria, con adelgazamientos en redes que exceden el 22 por ciento, aunque se suavizan en las plantillas. Los mercados del sur, estigmatizados por la vulnerabilidad de su sector financiero y el rescate de las economías, también destacan en tijeretazos: el número de empleados de la banca griega mengua un 13,84 por ciento, el 21,55 en la irlandesa, el 8,07 por ciento en la lusa y el 8,43 en la italiana. Alemania, en contraste, reduce un 8,33 por ciento las sucursales y un 3,8 por ciento el personal; porcentajes que en Francia no exceden el 3 por ciento. Los datos comprenden únicamente las oficinas de entidades domésticas, sin incorporar aquellas europeas o foráneas que operan en régimen de sucursal. El proceso ha ido de menos a más. La banca eliminó 5.500 locales el pasado año en el conjunto de la Unión Europea o un tercio del total, con 1.961 establecimientos sólo en España. La reestructuración arrastra cierto decalaje al ser en muchos casos producto de fusiones, donde deben analizar bien los locales a clausurar y negociar los despidos. En España,el ritmo ha sido tan frenético como las oleadas de fusiones y subastas de cajas en dificultades, que ha reducido el paisaje de casi 60 entidades o grupos bancarios con un tamaño relativo a apena media docena. Irá a más, porque queda por completar el sacrificio impuesto por Bruselas entre los peajes a entidades receptoras de ayudas, a las que exige reducir hasta un 60 por ciento el tamaño frente a 2010. El proceso de integraciones sigue inconcluso. Queda por adjudicar Novagalicia y Catalunya Banc, sin descartar otros movimientos estratégico. Ciertos bancos sanos también se apuntan a los ajustes para ahorrar.