Les pasa a muchos: que les sacas un defecto y a la mínima se ponen a la defensiva o les sale la vena fantasma. "Mi caso no es de dopaje, la testosterona la produce mi cuerpo de manera natural", ha dicho Floyd Landis, el penúltimo caso -por desgracia- en el mundo del deporte. Sí, claro, y la nariz de la nueva Miss Universo no está operada, nació con esas fosas nasales a lo Latoya Jackson también de manera natural. Nada, aquí tienen ustedes otro ejemplar de gallito de verano, como si hubiera pocos. Están por todas partes. Por sus músculos les conoceréis, dice el clásico. Porque si algo le gusta es enseñar torsamen, cuanto más cubierto de aceite, mejor. En la piscina, en la playa... acuden como moscas a la llamada de la progesterona. Casi nunca se bañan y lucen bronceado y tatuaje -normalmente de algún animal salvaje- como nadie. ¿Alguien sabe por qué el gallito de verano nunca se baña? En sitios públicos destinados para hacerlo, quiero decir. Se muere por montar con un grupo de amigotes, -normalmente menos cachas que él y bastante más bajitos- un improvisado partido de voley-playa. Hace siempre mucho ruido para que se fijen más en él (oye, chaval, que Nadal sólo hay uno, no te sobres con esos gemidos) y se bajan mucho el bañador para provocar al personal, si es que aguanta más de cinco minutos observando semejante escena. Y después de la exhibición, toca lucirse con la novia. La mejor manera es proponerle un partido de ese juego llamado palas (?), esa especie de ping-pong playero que tanto entorpece a los que pasean por la orilla de la playa (como si no tuvieran poco intentando sortear cabezas de padres enterrados en la arena). Ellas, como si fueran concursantes de Humor Amarillo, emiten pequeños gritos cuando fallan. Ellos, cuando eso sucede, se enfadan y las acusan de torpes. Su momento de esplendor es cuando, tumbados en la toalla, muestran al resto de amigos sus más preciadas posesiones: a veces es la chica que les acompaña -con la que a veces hasta comparte tatu-, aunque la mayoría de las veces es el móvil, alguna moto semituneada o la última versión de algún videojuego. A uno de éstos le preguntas quién es María Moliner y te dicen que una actriz de las que salen en Cine de Barrio. A los gallitos de verano el plumaje les dura sólo eso, el verano. Cuando vuelven al colegio la cosa cambia. No hay tatuaje que enseñar ni músculo que lucir con ese jersey de pico y esos pantalones de franela. Ellas, a cambio, se suben la falda del uniforme. Es su forma de vengarse del ahora convertido en pollito.Más deporte en el blog Pelotazos de www.eleconomista.es