L uis Planas no va de farol. Realmente quiere ganarle las primarias a Susana Díaz y al alcalde de Jun (José Antonio Rodríguez), ser el candidato del PSOE a la Junta cuando haya elecciones (las apuestas están en que se adelantarán a 2014 o 2015) y tratar de ser presidente de Andalucía. Desde que su amigo, e inspector de Trabajo como él, José Antonio Griñán, le convenció hace algo más de un año para que regresara al Gobierno andaluz -ya ejerció como consejero en los noventa y por partida doble, Presidencia y Agricultura-, se ha preocupado de cultivar una buena relación personal y profesional con el espectro político del PP. Ahí está la pugna codo con codo con el ministro Arias Cañete para lograr una PAC satisfactoria. Y, desde que llegó a la Junta, el propio PP nacional dio orden al andaluz de protegerle: ha quedado hasta ahora exento de críticas. A este perfil de político moderado se une una trayectoria profesional sólida labrada en Bruselas junto a los comisarios Manuel Marín y Pedro Solbes y en Rabat como embajador español. Una trayectoria que es, literalmente, la antítesis de la de su verdadera rival, Susana Díaz, que no ha salido de la ubre del PSOE nunca. También cuenta con una baza política fundamental, y más aún tras el auto atómico de la juez Mercedes Alaya: está limpio del escándalo de los ERE. Quizá no lo estén quienes se dice que son sus padrinos -Gaspar Zarrías y, por tanto, Manuel Chaves, esto eso, los críticos con quien le nombró consejero-. Pero él sí. Queda por ver si su formación y nula relación con la corrupción son elementos suficientes para que una mayoría de los algo más de 40.000 afiliados andaluces al PSOE se decante por él. Muchos se han llevado las manos a la cabeza al ver que Griñán quiere a Díaz. También el PP se frotaba las manos con la inexperiencia de la consejera de Presidencia. Planas, sin embargo, es un candidato formidable para los populares. ¿Quién le daría la réplica? En el PP eso preocupa. Y, si no es elegido, saldría del Gobierno y regresaría a Córdoba a su plaza de inspector. Como ya hizo cuando dejó Rabat.