Después de que la sombra del escándalo financiero se postrara sobre la Ciudad del Vaticano tras el arresto del sacerdote italiano Nunzio Scarano, dos altos cargos del Banco Vaticano dimiten "por el bien de la organización". Paolo Cipriani y Massimo Tulli, director y subdirector respectivamente, renuncian a su cargo tres días después de que estallara el escándalo que implicaría a este sacerdote en las supuestas irregularidades en la gestión del Instituto para las Obras de la Religión (IOR). Los cargos a los que se enfrenta Scarano, el que fuera el encargado de la contabilidad de la organización, son los delitos de corrupción y fraude al querer trasladar supuestamente 20 millones de euros de Italia a Suiza. Haciendo referencia al buen nombre del IOR y del "Espíritu Santo", Cipriani y Tulli se alejan mientras se hace visible la necesidad de reformas.