El organismo asegura que la economía británica ha quedado ahora al bordel del abismoEl Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en inglés) acusa a las entidades extranjeras de haber agravado la crisis hasta dejar la dependiente economía británica al borde del abismo. Para un sector tan expuesto al sector financiero, las sucursales de los bancos foráneos segaron su cartera de préstamo en un 45 por ciento en tan sólo dos años, según un informe del BoE que demuestra la abrupta caída entre el pico del tercer trimestre de 2007, justo antes de la tormenta, y el mismo período de 2009, coincidiendo con la recesión más prolongada desde que existen los registros. Los datos avivan la polémica sobre el margen de maniobra competencial para intervenir ante el colapso del préstamo. Para empezar, los organismos reguladores británicos no tienen poder sobre las sucursales de compañías internacionales, controladas por las instituciones de sus países de origen. No es casualidad que en el mismo período analizado por el BoE, el montante de préstamo por parte de los vilipendiados bancos británicos se redujese un 14 por ciento, es decir, casi tres veces menos que las sucursales extranjeras que, a final de 2007, representaban nada menos que un tercio del total de los activos bancarios de Reino Unido, o lo que es lo mismo, un 180 por ciento del PIB nacional. Y por si esta evolución no fuese suficiente, los números relativos a las filiales de compañías foráneas, que sí están monitorizadas por los reguladores británicos, prueban que el recorte del crédito fue incluso menor, de un 12 por ciento. De ahí la insistencia presente entre los reguladores británicos para que las firmas de fuera actúen como filiales, en vez de sucursales, a pesar de que los costes de gestión son superiores. De hecho, desde el estallido de la crisis, en Reino Unido sólo se ha autorizado a cuatro entidades no comunitarias a abrir sucursales. El número referente a filiales, por el contrario, resultó cuatro veces superior, una tendencia que ha llevado ya a países como China a quejarse ante las trabas existentes para la apertura de sucursales en las islas británicas. Londres, sin embargo, tiene aliados en su batalla. La Unión Europea, sin ir más lejos, está interesada en incentivar a los bancos a que funcionen en el extranjero como filiales. El empuje, en cualquier caso, no pasa de momento de declaración de intenciones y el BoE es consciente de que los dos órganos con los que cuenta para las claves labores de supervisión, el Comité de Política Financiera y la Autoridad de Regulación Prudencial, deberán ganar peso para controlar el riesgo que estas sucursales suponen para la estabilidad. El próximo gobernador Un objetivo sobre el que tendrá mucho que decir el próximo gobernador del banco central, Mark Carney, quien a partir del 1 de julio deberá demostrar que las altas expectativas generadas sobre su gestión están justificadas. Ex Goldman Sachs y elogiado mundialmente por cómo capeó la crisis al frente del Banco de Canadá, el primer extranjero al frente de la 'Vieja Dama' no lo tendrá sencillo. Hay más de 150 bancos extranjeros en Reino Unido, pero de éstos, sólo los cinco grandes tienen un peso significativo, ya que sus carteras combinadas representan más de la mitad del préstamo de las sucursales extranjeras en el país. El problema es que, independientemente de objetivos públicos, el cierro del grifo estuvo parcialmente motivado por la exposición que éstas mostraron a negocios, mucho más vulnerables a la formación de burbujas que otros ámbitos, como las economías familiares. Además, según ha probado una crisis aún no superada, el rápido cambio operado en las sucursales británicas en materia de préstamo tuvo mucho que ver con seísmos sistémicos, como la quiebra del sector bancario en Islandia, o la mayor sensibilidad a fluctuaciones del préstamo de entidades extranjeras que presenta Reino Unido frente a sus competidores.