Llevamos desde 2007 inmersos en una crisis económica mundial que por su complejidad pasará a la historia. España ha sido uno de los países más afectados, primero con la crisis inmobiliaria, la crisis de deuda soberana y, finalmente, la crisis del sector financiero. No nos engañemos, partimos de una situación creada por nuestra ignorancia y una total desinformación. Hemos vivido muy bien y en etapas de bonanza no hemos sabido prepararnos para posibles complicaciones futuras. Mal de muchos, consuelo de tontos, que suelen decir, ¿no? Estamos ante una situación en la que no hacemos otra cosa que culpar, bajar la cabeza y esperar. ¿Por qué no actuar ya ante los errores el pasado? Este es el momento de implantar la importancia de la cultura y la educación financiera en la sociedad. Parece que,aun sabiendo la mala gestión que se ha realizadocon el ahorro personal, el excesivo endeudamiento en préstamos y créditos o la contratación de las ya famosas preferentes, no somos capaces de formarnos para saber qué productos e adapta mejor a nuestras necesidades. Es preocupante pensar que una persona puede emplear más tiempo para informarse sobre qué móvil puede comprar y, sin embargo, dedique mucho menos tiempo a contratar un producto financiero. Me pregunto cómo puede ser posible que con la cantidad de herramientas existentes para la inversión y el ahorro, los depósitos, incluso limitados al 1,75 por ciento, sigan siendo el producto estrella. Estoy convencido de que la mayoría de contratantes no tiene en cuenta algo tan simple como la inflación. Si así fuera, deberían saber que el 1,75 por ciento no cubre el IPC del 3 por ciento, y por tanto lo que hacen es perder un 1,25 por ciento. Entiendo que no todo el mundo puede tener una formación financiera básica para su economía doméstica, por falta de tiempo, de ganas o simplemente por falta de interés. Pero es tan baja nuestra formación financiera que incluso se desconoce la figura del asesor financiero. ¿Acaso no llamamos a nuestro abogado cuando tenemos problemas legales? ¿No llamamos a un mecánico para que nos cambie las ruedas de un coche? No se entiende que se ignore una figura con visión objetiva e independiente que vela por los intereses financieros del cliente. En Reino Unido esta figura tiene prácticamente la misma importancia que el médico de familia o aquel abogado amigo de toda la vida que nos soluciona los problemas. Por pocas cosas pongo la mano en el fuego pero, en este caso, una mejor formación financiera habría causado un daño muchísimo menor en la crisis. Todavía estamos a tiempo. Preocupémonos de establecer una planificación financiera de futuro, adaptada a nuestras necesidades actuales y futuras. Hay que tener en cuenta que la esperanza de vida cada vez es más alta y nuestra cultura mantiene a los hijos bajo el techo protector de los padres hasta edades que superan el cuarto de siglo. Los riesgos y rentabilidades del futuro son proporcionales a la formación financiera del presente.