L atinoamérica no es un mercado, son muchos. Eso sí, concentra todos los desafíos relacionados con la gestión del agua, que cada vez son más. Necesita asegurar el suministro de agua en zonas de escasez. El problema crece, porque no solamente afecta a zonas remotas despobladas. De hecho, el fantasma de la sequía de 2008-2009, la mayor en décadas, vuelve a amenazar la región. Países como Chile o Panamá se encuentran este año entre los más afectados. El crecimiento de las ciudades implica el desarrollo de soluciones integradas. Los núcleos urbanos están creciendo más en América Latina que en cualquier otro lugar del mundo. Según un estudio de la ONU, casi 9 de cada 10 latinoamericanos vivirán en ciudades para el año 2050. También se precisan medidas en el entorno rural, implantando proyectos de acceso al agua y de eficiencia en el aprovechamiento de los recursos hídricos. Y hace falta atender las necesidades de la industria y los servicios en sectores tan estratégicos para América del Sur como el alimentario, entre otros. La compañía catalana Aguas de Barcelona (Agbar) creó a finales de 2011 Aqualogy, la primera marca global de soluciones y tecnologías del agua, precisamente con el objetivo de abordar los problemas del agua en el mundo desde una perspectiva diferente, más flexible en cuanto a la orientación del cliente, "más adaptada a las necesidades de los mercados, problemáticas y geografías", según fuentes de la compañía. La fórmula encaja como un guante en el mercado latinoamericano. No guarda relación con la crisis, "obedece a la maduración en sí misma del proyecto", subrayaba la compañía catalana en la presentación de la nueva marca. De hecho, no ha sido la crisis la que ha convertido América Latina en una prioridad estratégica. Desde 1999, Agbar es propietaria de Aguas Andinas, la sociedad encargada de gestionar en la mayor parte de la ciudad de Santiago de Chile los servicios relacionados con el ciclo integral del agua, entre ellos los de suministro de agua potable y alcantarillado. Aguas Andinas, de la que Agbar controla el 56 por ciento del capital, es una de las mayores empresas latinoamericanas del sector, con más de seis millones de clientes y una concesión que incluye un territorio de más de 70.000 hectáreas. Primera ocasión en América Cuando llegó a Chile, hace 14 años, apenas se reciclaba el 3 por ciento de las aguas residuales del país y existía un problema acuciante de contaminación en los ríos. El Gobierno chileno adoptó la decisión de vender las concesionarias de abastecimiento de aguas, y Agbar -por aquel entonces controlada a partes iguales por La Caixa y el grupo francés Suez- encontró su primera oportunidad de entrar en el mercado latinoamericano a través de la compra mayoritaria en Aguas Andinas, la concesionaria del abastecimiento de la capital, Santiago, y de otras dos regiones del país. La operación, que ascendió a casi 1.000 millones de euros, fue el mayor desembolso realizado por la compañía española en América Latina. Desde entonces, la empresa que preside Ángel Simón ha desembolsado otros 1.000 millones de euros en actualizar la gestión de aguas del país hasta conseguir que las aguas de Chile sean las más limpias del subcontinente latinoamericano y no queden aguas residuales por tratar. Todo un logro en un periodo de tiempo récord, apenas doce años, cuando en el proceso se ha invertido más del doble de años en Madrid o Barcelona. La obra que ha culminado este desarrollo ha sido la última ampliación de la planta depuradora de Trebal-Mapocho, en el suroeste de la ciudad de Santiago, con una inversión de unos 200 millones. La depuradora, la tercera construida en Chile por Agbar y la de mayor tamaño, trata desde el pasado verano las aguas residuales del área metropolitana de Santiago de Chile, donde residen casi la mitad de los 17 millones de habitantes del país suramericano. Con ella se cierra el círculo de un proceso cuya inversión global ha ascendido a 747 millones de euros. Precisamente Mapocho fue la primera infraestructura construida por Agbar en el país suramericano. Más allá de la necesidad de tratar las aguas, la decisión del Gobierno chileno de acelerar el proceso de depuración de todas sus aguas residuales tiene un motivo comercial de fondo: Chile es un importante exportador de fruta a Estados Unidos y, como consecuencia de los acuerdos bilaterales con aquel país, está obligado a la depuración del 1 por cien de sus aguas. La filial chilena Aguas Andinas es la de mayor peso en el balance consolidado de la compañía, que mantiene mercados abiertos en una docena de países. Aguas Andinas es el principal activo de Inversiones Aguas Metropolitanas, que a su vez es filial de Aguas de Barcelona (Agbar), la cual controla un 56 por ciento de esa sociedad. El resto de las acciones cotizan en bolsa, excepto un 5 por ciento que sigue en manos del Gobierno chileno; una de sus grandes bazas, y, a diferencia de otras compañías, cuenta con concesiones de agua sin ningún plazo determinado de finalización. Además, la eficiencia en los costes de la depuradora de Mapocho está consiguiendo aumentar su rentabilidad. En la actualidad, la compañía factura más de 520 millones de euros al año en Chile, con un beneficio neto que ronda los 150 millones. Experiencia fallida Con Chile como plataforma, la compañía mantiene sus previsiones de seguir creciendo en América del Sur. Después de la experiencia fallida en Argentina, la compañía vuelve a poner sus ojos en Brasil. La política intervencionista del Gobierno argentino ha tenido consecuencias negativas en las multinacionales españolas instaladas en el país. Entre ellas, Aguas Argentinas, filial de Agbar, cuyo balance se ha visto perjudicado por la congelación de tarifas desde hace una década, como consecuencia de la Ley de Emergencia Nacional promulgada tras la crisis del corralito en 2001. Los problemas empezaron en 2003, cuando la grave crisis económica en Argentina desembocó en una devaluación del peso y una congelación de las tarifas que modificaba de forma unilateral las condiciones de la concesión. El conflicto culminó en 2006 con la rescisión del contrato para el suministro de agua en Buenos Aires y Santa Fe a la compañía cuyo accionariado compartían Agbar y Suez (al 25 y 75 por ciento, respectivamente). En Brasil dio los primeros pasos con la participación en Aguas de Guariroba. En 2005 el grupo formalizaba la venta de sus acciones en la sociedad brasileña, de la que poseía un 60 por ciento, por unos 21 millones de euros. En 2009 volvía al mercado brasileño de la mano de la gestión comercial de Saneago, la empresa pública de agua y saneamiento del Estado de Goiás. El objetivo del acuerdo era implementar un nuevo modelo de gestión basado en la mejora de los procedimientos comerciales y la evolución del sistema; una solución a medida de la compañía brasileña, a la que el Banco Interamericano de Desarrollo obligó a mejorar la gestión comercial para acceder a créditos con los que mejorar sus infraestructuras. Desde ese año, y con el mercado chileno plenamente consolidado, la compañía ha buscado nuevos mercados en los que repetir la fórmula de "contrato de transferencia de conocimiento" en países como Perú y la República Dominicana. No ha tenido suerte con la adjudicación del proyecto de instalación y saneamiento de aguas en el Estado brasileño de Pernambuco, uno de los mayores contratos de aguas de los últimos años, valorado en casi 2.000 millones de euros. Pero el Grupo Agbar conseguía a principios de 2012 su primer contrato en Brasil a través de Aqualogy, la marca de soluciones integradas de la firma catalana. Aqualogy suministrará, instalará y operará en garantía un sistema de gestión de lodos de depuradora en la ciudad de Limeira (de 280.000 habitantes), en el Estado de São Paulo. La solución se basará en el secado térmico de baja temperatura STC, una de las tecnologías punteras de la compañía. La firma se ha marcado como objetivo estar presente en Brasil a través de Aqualogy y de una estrecha colaboración con las empresas locales como Foz de Brasil, principal operador privado de agua del país, y que gestiona el ciclo integral de agua de ciudades como Limeira. En mayo conseguía su segundo contrato para realizar el plan director de saneamiento básico (agua, alcantarillado, drenaje y residuos) de la prefectura de Santa María, en el estado de Río Grande del Sur. Y ese mismo mes llegaba la tercera: Aqualogy era la compañía elegida para redactar el proyecto constructivo de la planta depuradora de Limeira, la instalación en la que consiguió su primer contrato en Brasil, de nuevo con Foz do Brasil, filial de la constructora Oderbrecht, la mayor del país, como cliente. El proyecto era una muestra más de la apuesta de la compañía por soluciones a medida de los clientes, en unos momentos en que Brasil padece una escasez aguda de ingenieros a consecuencia de la enorme cantidad de proyectos que se están desarrollando en el país. También está dando pasos en Colombia: Aqualogy Latam redactará el Plan Maestro de Drenaje Pluvial de los Arroyos de Barranquilla. Se trata del primer paso del Distrito de Barranquilla para mitigar las grandes pérdidas materiales, e incluso humanas, asociadas a las lluvias torrenciales que se producen periódicamente en la ciudad de la costa del Caribe colombiana. Además, ha dirigido el proyecto de construcción del tercer emisario submarino más largo del mundo en Cartagena de Indias (Colombia), en la que ha sido la obra "más importante" del sector acuático en esta ciudad, que se ha convertido en la primera de Colombia en tratar el 100 por cien de sus aguas residuales. El emisario submarino es una infraestructura que permite conducir las aguas residuales de Cartagena de Indias a través de una tubería hasta enterrarlas en el lecho marino. Una vez allí, la salinidad, la temperatura, la radiación ultravioleta y las corrientes marinas participan en el proceso químico, físico y biológico de las aguas para reducir la carga orgánica y bacteriana, es decir, actúan como un desinfectante del agua. Acuacar (Aguas de Cartagena) ha ejecutado este proyecto puesto que recupera la calidad del agua de la ciénaga de la Virgen y de la bahía de Cartagena. De esta forma, por un lado, se resuelve el problema de insalubridad y, por otro, se beneficia a la industria y al turismo, dado que permite hacer un uso recreativo, deportivo y pesquero del agua. Y, en diciembre de 2012, Aqualogy Chile lograba dos contratos para dar servicio al sector minero del país andino, uno de los más importantes de la economía de Chile.