Emma Fernández, directora general de Indra, cree que ante lo malo uno puede estar prevenido. De liderazgo y actitud ante la vida habló ante un grupo de universitarios. Por Ángeles CaballeroEl período de formación es un ejercicio: aprended de los demás mientras construís vuestra propia personalidad". Así, dicho a bocajarro, puede parecer una frase de libro de management. Pero la pronuncia Em- ma Fernández, directora general de Indra, que cumple 50 años en unos meses y que se sigue sintiendo joven. La frase y la confesión de su casi medio siglo de vida le sirvieron ayer de tarjeta de visita para presentarse ante los alumnos de la Escuela Universitaria de Diseño e Innovación, dentro del ciclo de conferencias del Plan Anima Talento. A continuación, aprovechó para lanzar al personal unas cuantas cifras referentes a su empresa que abruman: segunda empresa por capitalización bursátil de su sector en Europa, con presencia en 45 países y referencia en 118, con 3.000 millones de euros en ventas, con un 60 por ciento de ellas obtenidas fuera de España. Pero no siempre ha sido así, dice. No es frase hecha, ya que lleva 23 años en la empresa, y recuerda cómo en 1993, durante la primera crisis mundial de la tecnología, la hoy todopoderosa Indra perdía 300 millones de euros. "Si queremos darle la vuelta a una situación lo que hace falta es un buen diagnóstico y un buen plan. Para empresas como Indra lo que importa no son las malas noticias, sino las sorpresas", comentó. Porque afirmó que algo de lo malo se puede prever y por tanto prepararse ante ello. También es importante regirse por un triángulo cuyos vértices se llaman ambición, realismo e ilusión. Lo dijo como si fuera fácil, pero lo cierto es que durante toda su intervención la sonrisa no se le fue del rostro, como si el pesimismo que impregna en el ambiente no fuera con ella. "Me molesta mucho cuando alguien me dice que algo no se puede hacer, o los que ante un reto simplemente se limitan a decir que vamos a fracasar", dijo. Pasó seis años en la Universidad Politécnica hasta conseguir el título de ingeniero de Telecomunicaciones y tiene estudios de otras seis carreras. Ante tal revelación, la audiencia entonó un suspiro de sorpresa. Fernández sonrió y matizó: "Eso no significa que consiguiera la titulación". Pero se sirvió de la atención del público para recordar que no conviene rechazar ningún ámbito de conocimiento, porque siempre puede resultar de utilidad para la formación. Más fuera que dentro También le sirvió de argumento para explicar que, a pesar de su altísimo nivel de formación y una carrera profesional en un gigante como Indra, tiene claro que "sea cual sea el tamaño de una empresa, siempre va a haber mucho más talento fuera que dentro". Enma Fernández no acudió a los gurús de medio pelo de esos que venden manuales de autoayuda para hablar de liderazgo. La experiencia le hizo decir que aunque lo más fácil es decirle a la gente lo que tiene que hacer, "lo que debería hacerse es plantearles un objetivo y dejar que lo asuman como propio y actúen según les parezca". Miró fijamente a su audiencia, estudiantes en su mayoría de primero y segundo de carrera, y les disparó de frente: "Esto os debe servir para cuando hagáis los trabajos en equipo, así que intentad ver las fortalezas de vuestros compañeros y construid sobre ellas".