Sanef, la filial gala del grupo que preside Salvador Alemany, está detrás de la tecnología que incorpora el recién inaugurado Port Mann Bridge, situado a pocos kilómetros de Vancouver, al oeste de Canadá Baja la barrera, sube. Pasa un coche, se detiene. Después viene otro. Y otro. Así sucesivamente. En hora punta, el atasco en decenas de peajes en todo el mundo es monumental. Avanza, frena, vuelve a avanzar. Los conductores pierden la paciencia. ¿No es posible poner fin a este calvario? Cuando las autoridades de British Columbia, con capital en Vancouver, Canadá, proyectaron el puente más ancho del mundo, el Port Mann Bridge, esta cuestión se tuvo muy en cuenta. Había que encontrar una solución que, con un coste razonable, no interrumpiera la fluidez del tráfico. Convocaron un concurso y en 2010 la tecnología de Sanef, la filial gala de Abertis, se llevó el gato al agua. Casi tres años después, hasta 200.000 coches al día cruzan sin detenerse por uno de los ocho carriles del puente (dos más se abrirán próximamente), pasando bajo un doble pórtico de telepeaje sin barreras de 70 metros de largo y donde 64 cámaras, 32 dispositivos láser y 32 antenas de detección controlan quién usa la nueva infraestructura. Y quién paga y quién no. "En Canadá sólo hay una empresa de seguros para el automóvil y es pública. Nosotros hemos cerrado un acuerdo con ellos de manera que si alguien se niega a pagar el importe del peaje la compañía puede impedirle la renovación y por lo tanto el vehículo infractor no podría seguir circulando", explica Christian Copin, director de operaciones de TC Flow, el consorcio que Sanef forma junto a su compatriota Egis en el desarrollo de este proyecto. Claro que Canadá no es como España. Circular allí sin seguro es algo poco recomendable. Prevenidos Pero los coches de British Columbia no son los únicos que se exponen a las consecuencias si no pagan el servicio. En el estado de Washington (EEUU), a pocos kilómetros del puente, la empresa también ha firmado Acuerdos de colaboración con las autoridades locales ya que muchos usuarios vienen de ciudades como Seattle. La picaresca, en este caso, no tiene el camino despejado. Se ha pensado en todos los detalles. Incluso en cómo lograr que el usuario sitúe al mismo nivel las ventajas del puente con la necesidad del pago por uso. Una tarea ímproba pero que parece estar dando buenos resultados. "Queremos desmarcarnos de lo que es simplemente un peaje para ofrecer de verdad un servicio de calidad, dar valor añadido. Para ello hemos creado una unidad de atención al cliente que ofrece todo tipo de ventajas y posibilidades a nuestros usuarios. Algo que sin duda aumenta la aceptabilidad del peaje", destaca satisfecho François Gauthey, director general de Sanef. La estrategia consiste en promover que los conductores o las empresas que más usan el Port Mann Bridge abran una cuenta en TReO (la empresa que explota el servicio) para acceder a importantes descuentos. Una vez registrados, los usuarios reciben una pegatina para el parabrisas delantero en la que un pequeño chip es detectado por los sensores del pórtico cada vez que el vehículo pasa por debajo. Asimismo, el cliente puede elegir cómo abonar sus facturas. Con prepago (se carga dinero en la cuenta asociada al chip) o con cargo a una cuenta bancaria. En el caso de no disponer de una cuenta, el cliente puede pagar a través de cualquier soporte (teléfono, e-mail, página web o en persona) antes o después de pasar por el puente, pudiendo registrar su matrícula en el sistema si lo desea. Aunque el puente se abrió al tráfico recientemente, el periodo de registro se inició hace más de diez meses. Desde entonces se han abierto casi 400.000 cuentas en TReO y más de 640.000 coches han sido registrados por los usuarios. "Con este sistema de peaje free flow [tráfico libre], mucho más barato que aquellos que funcionan por GPS, no sólo reducimos las emisiones de dióxido de carbono, también ayudamos a la gente a ahorrar combustible ", dice Gauthey. Port Mann Bridge es uno de los hitos de un proyecto mucho más amplio (PMH1) que comprende la ampliación de la autopista entre Vancouver y Langley (37 kilómetros) y que permitirá a los conductores reducir en una hora el trayecto, hasta los 47 minutos.