madrid. Fue en 1856 cuando una ley de las Cortes da su nombre al Banco de España. El organismo era el fruto de la fusión del banco de Isabel II y el de San Fernando y éste último, el sucesor del de San Carlos. "Era muy raro. Una especie de amalgama de gestiones que no eran muy propias de un banco", afirma con desparpajo Teresa Tortella, la persona que se encarga desde hace años del archivo de la institución supervisora. Tortella explica que la principal razón del nacimiento del Banco de San Carlos fue la de salvar a la Hacienda Pública, estando como estaba el país metido en una serie continuada de guerras. "Se creó como una oficina para cambiar los vales reales, que era una especie de deuda pública, pero también tenía la gestión, por ejemplo, del vestuario del ejército". Es en ese banco donde por aquel entonces un desconocido pintor aragonés, Francisco de Goya, hace los primeros retratos oficiales de los gobernadores. "Por los asientos contables se sabe que los marcos de los cuadros cuestan casi lo mismo que lo que se le pagó por los lienzos". Por ese motivo, bromea Tortella, se puede decir que los seis cuadros pintados por Goya fueron la mayor inversión que el Banco de España haya hecho nunca. La compra de GoyaEl pintor también sacó algún provecho financiero de su relación con el antecesor del actual organismo supervisor. Hacia 1785, Goya compra 15 acciones del Banco de San Carlos de 2.000 reales de vellón. "Debió estar muy bien aconsejado en cuanto a la compra de acciones porque lo que hizo fue venderlas en un momento muy bueno, en 1788, y a partir de ahí, el banco fue a peor y a peor".Un banco cuyo capital era privado (como lo fue el Banco de España hasta 1962), y cuyo principal y creciente moroso era la Hacienda Pública. Una de las pocas funciones que se correspondían con las de un banco central era la emisión de billetes, aunque no tenía la exclusividad, como tampoco la tuvo el fusionado Banco de San Fernando, ni cuando estrenó nuevo nombre en 1856: "De 1856 a 1874 hubo veinte bancos en ciudades españolas que emitieron billetes". El Banco de España conserva los ejemplares más importantes de la mayoría de las entidades emisoras, pero no de todas. "Yo me llevo unos disgustos horribles con las cosas que deberían estar en el Archivo y no están", dice Tortella. Hallazgo entre los archivosPero de vez en cuando, entre los 45 kilómetros lineales que ocupa la documentación del Banco de España se produce un hallazgo. "En 1988, mirando un legajo que decía 'falsificaciones de billetes del Banco de San Carlos' encontré una carpetilla y, al abrirla, se destacaban billetes auténticos. Los falsificados eran de época, pero sólo las tintas de los verdaderos habían conservado el color. Son preciosos", recalca la directora del archivo.Esos billetes se llamaban entonces cédulas. "Yo creo que era un truco para no asociarlo al papel moneda de Francia. Los llamados asignados de la Revolución Francesa habían sido un desastre tremendo, y allí utilizaban la palabra 'billet', así que en España decidieron usar otro nombre". El monoplio de la emisión se volvió a perder con la Guerra Civil. El Banco de España, escindido en dos igual que el país, emitió billetes en las dos zonas. Además, también la Generalitat, el Consejo de Asturias y León, algunos ayuntamientos y otros organismos emitieron billetes durante la contienda.Billete de Franco Algunos nunca fueron puestos en circulación, como el primero encargado con el retrato de Francisco Franco a una casa inglesa por el Banco de España en Burgos en 1936. "Cuando ya tenían la emisión lista para enviarla a España les dijeron desde Burgos que en el billete debía poner 'Madrid, 11 de noviembre de 1936'. Eso demuestra que en la zona nacional estaban convencidos de que entraban en Madrid en noviembre de 1936. La casa inglesa consultó a sus servicios jurídicos y la emisión nunca se llegó a poner en circulación".De aquella época, de la Guerra Civil, data parte de la importante colección de monedas del Banco de España. "Se compraban al peso, sin tener en cuenta el valor numismático. Hay aureos romanos, una moneda de diez doblas de Pedro el Cruel, unas estáteras de Filipo de Macedonia, monedas árabes, visigodas...". Varios decretos obligaron a la gente a vender el oro que tuvieran en sus casas, pero también se les dio un resguardo para poder recuperar la "donación""Aún hay unos 200 ó 250 depósitos". Pero si no hay resguardo no se puede devolver. "A veces se han admitido elementos de otro tipo. Por ejemplo, un estuche donde encajan las monedas que se reclaman", aclara Tortella.