Saben muy bien los aficionados al deporte rey que uno de los tópicos más usados en este mundo, atribuido habitualmente a Jorge Valdano, es "el fútbol es así". Pues sí. Así es. Esta es la original conclusión que nos ha dejado este mundial. ¿Que esta frase no dice nada? Veamos. Empecemos por España. El primer partido, frente a Ucrania, lo vimos en la redacción, entre artículo y artículo. Tras el segundo gol, alguno empezó a decir en broma: "Esto no me gusta. Estamos arrasando y no jugando como sabemos hacerlo nosotros: sufriendo". Da igual. Juguemos como juguemos nos sigue faltando ese algo que las grandes selecciones sí tienen, saber ganar, y no tenemos lo que otros no tienen: el complejo de perdedores al que me refería en el comentario de mi compañero. Como en la economía, la confianza es clave. Y nosotros, al jugar contra los grandes, no la tenemos. Estamos devaluados permanentemente. Otra lección que nos deja el Mundial es la necesidad de liderazgo. Quizá sea la mayor virtud de los dos equipos que han llegado a la final. En Francia, cuando Zidane se acerca al balón, sus compañeros se ponen firmes y los rivales se acongojan. En Italia, cuando Fabio Cannavaro grita nadie rechista. ¿Qué ha pasado con Brasil y Alemania? Ha faltado esta figura. En la selección canarinha había demasiados y ninguno mandaba realmente; en la alemana había uno que estaba en entredicho, Ballack, como en Holanda Van Nistelrooy o en España Raúl. Otra conclusión tiene que ver con las canas. Los jóvenes siempre tenemos la tentación de desprestigiar a los más veteranos. Así nos ha pasado a nosotros con Francia. El pasado miércoles y jueves estuve en París y allí están convencidos de que si Francia ganó a España es por la rabia que generó entre los jugadores el menosprecio al equipo y sobre todo a su líder. Dicen que no se les olvidará la portada del diario Marca con el desafortunado 'Vamos a jubilar a Zidane'. También esto ocurre en el mundo de la empresa. Las compañías cada vez prescinden antes de sus empleados más veteranos, con la pérdida de experiencia que ello supone y muchas firmas quedan prácticamente en manos de los becarios.Por último, queda el factor suerte. Aquí poco se puede hacer. Italia, por ejemplo, ha tenido un calendario de lo más favorable en octavos de final y en cuartos. Por el contrario, Argentina, que prometía llegar muy lejos, se encontró con el anfitrión Alemania en el camino y fue una piedra insuperable. España tampoco fue afortunada. Esperaba a Corea o Suiza y tropezó con Francia. Si ya lo decía el mismísimo Jorge Valdano (o no): "El fútbol es así".