El vicegobernador se desvincula del escándalo de la manipulación del libor El vicegobernador del Banco de Inglaterra (BoE) tiró ayer de vehemencia para desvincularse del escándalo de una manipulación del libor que va camino de convertirse en una saga criminal. Paul Tucker compareció en la misma Comisión del Tesoro del Parlamento que hace cinco días se lamentaba de su falta de dureza con Bob Diamond como la otra mitad de la polémica conversación que en octubre de 2008 habría llevado a la dirección de Barclays a manipular el préstamo interbancario. Sin embargo, transcurrida la semana de vértigo que acabó con la entidad descabezada y su extodopoderoso consejero delegado descoronado, Tucker atribuyó la interpretación que el dimitido Diamante Bob otorgó a sus palabras a una "impresión equivocada". En consecuencia, según su versión en una intervención en la que mantuvo una calma contenida, ni habría incentivado a Barclays a presentar índices inferiores a los que corresponderían a su situación real, ni el anterior Gobierno laborista habría interferido en la industria, como el actual ministro del Tesoro había llegado a sugerir. Por todo, las esperadas consecuencias de la intervención de Tucker son limitadas. Los interrogantes siguen abiertos y aunque sus negaciones categóricas permitieron aclarar una parte de las dudas, nuevas preguntas surgen y otras permanecen acerca de si "altos cargos" del Ejecutivo le habrían trasladado hace cuatro años su inquietud por el alza de las sumisiones de Barclays. Y es que a diferencia de Diamond, que acompañó la conversación entre ambos con bolígrafo y papel, Tucker se limitó a la comunicación verbal. Ayer mismo lamentó en el Parlamento no haber registrado sus palabras exactas, las mismas que han colocado oscuros nubarrones sobre el papel ejercido por el BoE ante el escándalo y, sobre todo, sobre sus aspiraciones personales de suceder a Mervyn King cuando el próximo año concluya su mandato. Y es que independientemente de incentivos para rebajar el libor, Tucker admitió que en 2008 tanto el Gobierno como el banco central temían seriamente por la salud financiera de Barclays, tanto, que no descartaban un rescate. No en vano, las rendiciones de los posteriormente intervenidos RBS o Lloyds eran inferiores, incluso, una vez ambos bancos habían comenzado ya a tirar en privado de préstamos de emergencia del Banco de Inglaterra, que les garantizó una cesta de 60.000 millones de libras en 2008. Cuatro años después, se sabe que por entonces Bob Diamond se encontraba negociando en Oriente Medio la captación de fondos para evitar que el banco sufriese el mismo escarnio que los otros dos y tuviese que ser rescatado. Transcurrido ese tiempo, Barclays ha regresado a la senda de beneficios, frente a los números negativos que muestran los bancos con participación estatal. Las sospechas ahora se amplían desde la figura del por entonces jefe de Mercados del banco al propio Gobierno, especialmente a raíz de emails intercambiados entre el propio Tucker y la persona que ejercía como secretario del primer ministro, Gordon Brown. La incertidumbre de este era por qué Barclays tenía que pagar más que nadie por financiarse en el mercado del préstamo interbancario.