El recorte del precio del dinero no ha aplacado las presiones sobre la deuda española. El Tesoro Público sigue pagando unos altos intereses que, salvo sorpresa, se mantendrán en las subastas que celebrará en verano, porque el organismo emisor no bajará la persiana por vacacionesEl 7 de mayo de 2009, el Banco Central Europeo (BCE) rebajó los tipos de interés oficiales del 1,25 al 1 por ciento. Ese mismo día, el rendimiento de los bonos españoles a dos años, que son los más sensibles a estas decisiones, se moderó del 1,60 al 1,58 por ciento, un descenso que se aceleró en la jornada posterior, para situarse en el 1,51 por ciento. ¿Simple casualidad? No. Fue una reacción lógica. A una rebaja de los tipos suele seguirle una caída en los intereses de la deuda. ¿El motivo? La rebaja de los tipos oficiales incrementaba el atractivo de esos bonos, ya que estos pagaban un interés superior al que ofrecería la nueva remesa de bonos, que tendrían como referencia un precio del dinero más barato. Conscientes de esta realidad, los inversores se apresuraron a adquirir los bonos ya existentes, con el consiguiente retroceso de las rentabilidades, que bajan cuando el precio de los títulos sube con motivo de las compras. El mercado, por tanto, respondió como se esperaba... Eran otros tiempos. Este jueves, el BCE volvió a hacer historia. Esta vez abarató el precio del dinero hasta el 0,75 por ciento. Nunca antes ha estado tan bajo en la eurozona. ¿Cómo respondieron los bonos a dos años? Pues su rendimiento escaló del 4,08 al 4,60 por ciento, aumento que se prolongó el viernes hasta el 4,93 por ciento. ¿A qué se debe esta reacción? ¿Ha olvidado el mercado esa relación entre los tipos oficiales y el rendimiento de la deuda? No, no lo ha hecho. Lo que ha ocurrido es que por el camino ha surgido la crisis de la deuda soberana, que en los países más expuestos a ella, entre los que España figura en un lugar destacado, ha alterado completamente el orden de las cosas. Vidas separadas Lo ha hecho hasta tal punto, que el vínculo entre los tipos oficiales, las expectativas de inflación y la rentabilidad de la deuda, que es la tónica dominante en los tiempos normales, ha saltado por los aires. Sus vidas se han separado. Todo, absolutamente, es riesgo país; lo demás ya no importa. De ahí que las primas de riesgo, que miden la diferencia entre los intereses que paga cada país para financiarse, se hayan disparado desde el inicio de la crisis, anulando la convergencia que se había producido desde el nacimiento del euro hasta 2008. Partiendo de esta realidad, el recorte de los tipos de interés por parte de la entidad presidida por Mario Draghi no servirá para aplacar las tensiones sobre la deuda española. Sí lo hubiera permitido que el BCE hubiera anunciado su voluntad de retomar las compras de bonos en el mercado, aparcadas desde marzo, o que hubiera convocado más operaciones de financiación bancaria a largo plazo (LTRO), como las que realizó en diciembre y febrero. Pero no hizo ni lo uno ni lo otro. Y la decepción consiguiente, sumada a la controversia que está generando Finlandia sobre su continuidad en la eurozona, explica que el rendimiento de la deuda española repuntara en las dos últimas jornadas. 'Abierto por vacaciones' A la espera de que Europa y España acierten a poner el torniquete que calme la tensión, las subastas de deuda que realizará el Tesoro Público en las próximas semanas seguirán ofreciendo un alto interés, derivado de que el riesgo que inspira ahora la deuda española también es mayor. Porque el organismo emisor seguirá abierto por vacaciones. En principio, en julio, agosto y septiembre mantendrá la cadencia emisora de cualquier otro mes: dos subastas de letras y otras dos de deuda a medio y largo plazo. El único cambio que podría introducir se produciría en agosto. Si sigue la práctica de los últimos años, la segunda subasta de bonos y obligaciones de agosto, que a priori tendría lugar el 16 de agosto, no sería convocada finalmente. Aunque la desconfianza sobre la deuda española ha crecido, los rendimientos que ofrece siguen batiendo los que ofrecen los productos financieros más conservadores. En junio, por ejemplo, el Tesoro subastó la letras a 12 meses con un rendimiento del 5,07 por ciento, cuando el interés medio de los depósitos bancarios a 12 meses se limita ahora al 2,4 por ciento.