El Gobierno estudia una partida en torno a los 100.000 millones de librasLa tormenta de la eurozona ha generado una nueva pirueta monetaria en Reino Unido, donde la panacea del programa de alivio cuantitativo ha sido sustituida por créditos de bajo coste para los bancos. El objetivo fundamental pasa por que el sector abra el grifo del préstamo a negocios y familias, en un contexto de asfixia en el que el temor de las entidades a dejar dinero y la reticencia de empresas y economías domésticas a pedir han dejado la recuperación en stand by. De nuevo en el pantanoso itinerario de la recesión, Gobierno y Banco de Inglaterra (BoE) han decidido actuar ante el fracaso del plan de rescate español para tranquilizar a los mercados y ante las elecciones clave que el domingo se celebran en Grecia. El plan de Financiación por préstamo parece sencillo sobre el papel. Su efectividad, sin embargo, es más difícil de pronosticar. La idea animó las acciones bancarias el pasado viernes, pero la duda planea a corto plazo. Son todavía muchas las incógnitas por despejar, como hasta qué punto el banco central será capaz de controlar que, efectivamente, las partidas que otorga a intereses menores que los que exige el mercado van a quienes lo reclaman. O si, en última instancia, el contribuyente tendría que asumir la responsabilidad de un impago. Por el momento, la idea es facilitar líneas de crédito a los bancos, para así garantizar dinero a corto plazo y lograr hacer frente a circunstancias que el BoE ha calificado de extraordinarias. Las peores desde la II Guerra Mundial, según lo mantuvo el gobernador ante la plana ejecutiva de la banca en la cena anual en la residencia del alcalde de la City, Mansion House. La partida podría situarse en torno a los 100.000 millones de libras, una cantidad que, de ejecutarse, significaría aumentar la capacidad de crédito en torno a un 7 por ciento. No en vano, la crisis sufrida por la moneda única ha disparado los costes para el sector, que cen onsecuencia ha aumentado dramáticamente el préstamo para el ciudadano medio. La lógica dice que las garantías ofrecidas por el banco central deberían bastar para que las entidades, ahora, superen reticencias. Sin embargo, la experiencia de la inyección de moneda ha probado que la tendencia ha sido más la de retener el dinero, en lugar de emplearlo en la compra de otros activos, lo que ha reducido en la práctica la eficacia del programa de alivio cuantitativo. La fórmula ahora pasa por ofrecer financiación para un período de hasta cuatro años de madurez a bajo interés y, supuestamente, ligado a la fidelidad que los bancos muestren a la hora de mantener el bombeo de préstamo e, idealmente, de aumentarlo. El problema es que, independientemente de garantías y menores costes, las trabas permanecen ante la cuestión fundamental: la reticencia a pedir préstamos. Si se trata de un problema de confianza, los analistas más escépticos avisan de que ésta no se recuperará con un mayor suministro de capital. Aun así, como muestra del temor en Londres al declive de la economía, Gobierno y BoE apuestan por romper la ortodoxia más asentada de un banco central, al prestar dinero con la meta de ponerlo a circular en la economía real.