Q ue Alberto Fabra dijera que "es necesario fomentar entre los más jóvenes la cultura del esfuerzo" al día siguiente de que un jurado con 22 premios Nobel mostrara su preocupación "por el creciente desinterés por la cultura del esfuerzo" demuestra, entre otras cosas, hasta donde ha llegado la capacidad de influencia de Juan Roig y su Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), a la que ya me referí en esta columna hace dos meses. Un lobby que un día propone consellers y vicepresidentes de bankias y otro guía la política de Fabra, sea para privatizar servicios de Sanidad o para ceder las bajas a una mutua (¿Umivale?). Nada que objetar. Unos presionan con movilizaciones y huelgas y otros sentando a su mesa al núcleo económico del Consell y a los ministros. Algo que objetar, sí, a la reiteración del mensaje de "cultura del esfuerzo", que quien esto firma apoyó desde el primer día. O quizás a la forma de transmitirlo, porque da la sensación de que aquí nadie da un palo al agua, cuando la realidad es que mucha de la gente que está perdiendo su empleo no ha hecho otra cosa en los últimos años que esforzarse y trabajar sin mirar el reloj ni su nómina congelada o menguante. Así de cruel es la crisis y así de injustas son las generalizaciones. Modestamente, propongo una campaña de "cultura de no defraudar a Hacienda", mucho menos extendida en España que la del esfuerzo, a la que nada ayuda la amnistía fiscal perpetrada por el Gobierno. A propósito de la falta de ética, es una pena que Fabra desoiga las peticiones de AVE, de momento a puerta cerrada, de que se quite de encima a los responsables políticos de la corrupción. Tras haber soportado Gürtel, Nóos, Brugal y Emarsa, que parecía el colmo de la inmundicia, asistimos con estupor a la mayor vileza imaginable, el robo de dinero que los valencianos dábamos para ayudar a quienes literalmente se mueren de hambre. Es hora de decir en voz alta que no hace falta una imputación, que el responsable político de tal infamia, Rafael Blasco, no puede seguir representando a los valencianos.